DOLOROSO
11 de agosto - 2021

Por Edgardo Cabrera

Me partió el corazón, fue una de las entrevistas más dolorosas que he tenido que hacer durante la pandemia. El lunes al escuchar a Sandra Montiel Zainos hablar de la muerte de José, su hijo, resultó conmovedor.

Con apenas 12 años de edad, el domingo de la semana pasada ingresó de emergencia al hospital, tenía COVID-19, sí, el coronavirus SARS-CoV-2 que hasta el año pasado se pensaba que solo afectaba a las personas adultas, en mayor gravedad a los de la tercera edad y con comorbilidad, pero ahora, las historias de niños con el padecimiento y que pierden la vida se multiplican.

El fin de semana la propia Sandra Montiel, amiga de hace años me contactó vía telefónica para contarme la desgracia familiar y pedirme un espacio para dar a conocer su caso, me dijo que lo quería hacer en memoria de su hijo para tratar de generar conciencia entre la gente, padres y jóvenes en particular quienes, al verlos en las calles o en los antros, es claro que ya no tienen miedo a contagiarse.

El pequeño Pepe acudió a un curso de verano, en una institución ubicada en los portales de Tlaxcala. Su madre piensa que fue ahí donde contrajo el virus que lo consumió en cuestión de horas, también se infectó la propia Sandra y su abuelo.

Escucharla nos lleva, una vez más, a reflexionar que los 2 mil 528 muertos que de manera oficial suma Tlaxcala por la pandemia, 5 en las últimas 24 horas, no son meras cifras, son desgracias familiares, pérdidas irreparables como la de la familia de Sandra.

Reitero, escucharla me parte el corazón, no creo que alguien con hijos sea indiferente al dolor, o quizá sí, sobre todos quienes se piensan inmunes por obra y gracia de la buena suerte, en lo particular me asumo un simple mortal más.

DEBATE 

A escasas tres semanas de que inicie el ciclo escolar y de la determinación del presidente López Obrador de que “llueva, truene o relampaguee” se regrese a las aulas, los hijos y sus padres no pueden ser rehénes de caprichos políticos, ni los maestros instrumentos de las malas decisiones de los gobernantes.

Los datos son claros, Tlaxcala está en un imparable ascenso de contagios, pasamos de los seis o diez casos en promedio de mayo, junio y julio, a los 80 a partir de esta semana.

De cero muertos en los meses anteriores, hoy la contabilidad también va en ascenso, el martes fueron cinco, la víspera cuatro, al cerrar julio eran tres cada día.

Los hechos son contundentes, el COVID también le da a los niños y adolescentes, de igual forma los mata y, lo peor, no hay vacuna para ellos.

Para rematar en este gris panorama y a poco más de 20 días del regreso a clases, la farmacéutica CanSino recomendó aplicar un refuerzo de su vacuna seis meses después de recibir la primera dosis, por tanto no es dosis “única” y, qué creen, en Tlaxcala, como en el resto del país, a la planta académica la inmunizaron con esa fórmula.