Por Camila Tornel

En un momento político donde la unión y la estrategia son cruciales para el triunfo, la gobernadora Lorena Cuéllar enfrenta un desafío significativo para mantener su liderazgo y credibilidad.

Los recientes tropiezos, como el apoyo a candidatos que no lograron la aceptación popular, reflejan una falta de sintonía con las bases de Morena y una desconexión con las necesidades del electorado.

La reciente reunión de trabajo con los senadores José Antonio Álvarez Lima y Ana Lilia Rivera Rivera muestra un intento por enmendar el rumbo y reconstruir puentes dentro del partido. Sin embargo, pareciera que esta reunión se da más por una llamada de atención de la cúpula de Morena, que por convicción.

Todo indica que a Cuéllar Cisneros le gusta jugar siempre a las contras, primero al apostar por Adán Augusto que todos sabían obedecía más a un capricho que a una verdadera oportunidad, luego por apoyar a dos de sus ex funcionarios, Sergio González y Alfonso Sánchez que salieron con más señalamientos negativos que positivos.

Lo mismo ocurrirá en municipios como Chiautempan, Tlaxcala, Tlaxco y Contla, donde han impuesto a candidatos más movidos por el interés de perpetuarse en el poder y dinastías familiares que por los resultados positivos alcanzados.

La gente tiene memoria, y los malos recuerdos son los que acompañan toda la vida; la luna de miel con Lorena Cuéllar y los clanes que ahora quieren apoderarse de Tlaxcala, se puede convertir en su peor pesadilla.

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