DULCE REGRESO
4 de julio - 2022

Por Edgardo Cabrera

Malas noticias recibieron la semana pasada en la Triste Historia, la llegada de César Yáñez a la subsecretaría de Gobernación fue un duro golpe de cara al 2024, porque quedó claro que quien fue por años su fiel escudero en la búsqueda por la presidencia de la república, está de nuevo en el ánimo de Andrés Manuel López Obrador.

Yáñez es esposo de la diputada federal morenista, Dulce Silva

Y para quienes no tienen memoria o fingen amnesia, contra la huamantleca se montó una campaña negra por parte del lorenismo, en aquellos tiempos cuando le disputaba la candidatura a la gubernatura. Las bajezas de los ataques fueron a tal grado que, con todo y que Mario Delgado favoreció a su “chaparrita puro corazón”, las ofensas siguieron.

De aquella precampaña, no solo fue la guerra de estiércol en redes sociales y con sus plumas ladinas, sino que en colusión con el dirigente nacional la dejaron fuera de ser candidata a diputada federal por alguno de los tres distritos de Tlaxcala, la treta consistió en entregarle al PT dos, y la imposición de un priísta como candidato en el tercer distrito excluyendo a los morenistas.

La historia, la conocemos, vino el contragolpe. Una orden directa del jefe de Mario Delgado lo dejó pasmado, debió entregar una posición privilegiada en el listado de las plurinominales, con lo que Dulce llegó a la Cámara de diputados.

Y como no hay victorias permanentes, ni derrotas eternas, la designación de César Yáñez como subsecretario de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos de la Segob, coloca a la pareja en una privilegiada posición de poder, máxime cuando el secretario de Gobernación, Adán Augusto López se ha convertido en la corcholata tapada aún.

AL SENADO

Aunque los cercanos a Cuéllar ya se vieron candidatos a la senaduría, empezando por el panista que despacha como su segundo a bordo, la realidad es que simplemente construyen castillos en el aire, en lugar de perder el tiempo se tendrían que poner a trabajar y desquitar el abultado sueldo que reciben y el jugoso presupuesto del que se beneficiaron.

Si piensan que el presidente López Obrador va a dejar que los gobernadores impongan candidatos al senado o a las diputaciones federales, siguen sin leer ni entender el mensaje de la semana pasada: una cosa son los cacicazgos locales (como el de la parentela que gobierna), pero otra la estabilidad y continuidad de su Cuarta Transformación, para lo que requiere soldados leales en el Congreso de la Unión.

Rabindranath Salazar ocupaba el puesto que hoy tiene César Yáñez, entre 2020 y 2021 le “encargaron” los estados de Puebla y Tlaxcala, fue la sombra de Barbosa y Marco Mena, la presión dio resultados. Para el caso del gobernador priísta la entrega de la plaza fue sin mayor problema.  

De cara al 2024 la suerte está echada, también llegó el momento de cobrar facturas y agravios, no pierdan de vista los nombres de Dulce Silva y de Oscar Flores, su campo de acción no es la grilla local. No es lo mismo perder el tiempo espiando y montando campañitas de estiércol a los adversarios en Tlaxcala, que cabildear y construir desde Gobernación y la Secretaría de Educación Pública. Al tiempo.