El quinto nuestra maldición ….
2 de julio - 2018

Por Mauricio Hernández Olaiz

La selección mexicana se quedó de nueva cuenta a un paso de disputar el tan mentado quinto partido luego de caer dos goles a cero frente a Brasil, en la fase de octavos de final de la copa del mundo de Rusia.

El once nacional entregó un muy buen primer tiempo, incomodando a los de la verdeamarela, y teniendo oportunidades al frente, sin embargo, la falta de gol del equipo mexicano en toda la era de Osorio se evidenció de nueva cuenta, en especial en esos momentos donde era mejor que el rival.

Pero conforme el tiempo avanzaba y el TRI no concretaba, la escuadra brasileña empezó a encontrar espacios y comodidad para poner su mejor juego sobre el terreno de juego, poniendo a trabajar al meta Memo Ochoa, que resultó ser siempre el mejor hombre de México, varias atajadas vitales del cancerbero del Standard de Lieja permitieron llegar al descanso con el partido igualado a cero.

Para la complementaria de nuevo México le puso entusiasmo, estilo, profundidad a su juego, pero de nueva cuenta la eterna falta de ese último toque, de la jugada precisa que culmine en gol no aparecía, oportunidades tuvo Vela, Lozano, el propio Hernández, pero una y otra vez en el último instante aparecía algún brasileño para hacer morir la jugada de peligro mexicana.

Pero el fútbol que traen en la sangre los brasileños comenzó de poco a hervir, y su toque mágico a aparecer, de nuevo tomo el control del partido y de las oportunidades certeras de gol, de nuevo Ochoa en plan monumental evitaba la caída de su arco que ya comenzaba a ser apedreado por el ataque carioca.

Fue así que apareció la figura del Neymar Jr, un payaso con uniforme de fútbol , todo un artista del teatro de carpa, pero con un talento futbolístico que le brota de los genes, que le transpira por el cuerpo y que le lleva a hacer cosas inimaginables. Neymar inicia la jugada, sorprende dejando el balón de taquito a William, quien penetra y sirve a segundo palo, justo para que la pelota eluda la estirada de Ochoa y se encuentre en cita a ciegas con Neymar que luego de servirla se movió como mago para aparecer justo donde debía, para empujarla ,1-0, al minuto 51.

México no tenía más que tirar al frente hasta sin orden, ingresan Jonathan Dos Santos y Raúl Jiménez, ya al inicio del segundo tiempo había entrado Layún por un cansado Márquez. Brasil se retrasa, más por estrategia que por presión mexicana, la hora de contragolpear era ahora del brasileño, invitaba a los nuestro a acercarse al área, como la sirena que le canta al marinero.

México sabedor de la trampa, pero consiente de que no tenía de otra, Osorio desesperado en la banca pedía el tiro de media, una y otra vez, pero los nuestros no hacían del todo caso, seguían queriendo llegar a las mismas barbas del arquero Alisson, quién en realidad nunca debió de emplearse tan a fondo en todo el partido.

Pero a las débiles llegadas del tricolor, respuesta peligrosa siempre del pentacampeón, para bendición de Guillermo Ochoa, y sin duda de su representante, la metralla brasileña que le ponía a trabajar extra con tres lances mortíferos, que Ochoa sacó con apuros pero con maestría, sin duda, la actuación mundialista del odiado Paco Memo lo pondrá pronto en la puerta de uno muy grande.

La sentencia final llega con otro abuso de Neymar. Descolgada, penetración, medición de las coordenadas a la zona de ejecución, y servicio a Firmino, para que la empujara en la línea. 2-0 ya al 88.

Brasil terminó como comenzó el trámite, paseándose, divirtiéndose, entrenándose. México, en su batalla honesta, gallarda, pundonorosa, generosa, pero limitada, y lógico, se encontró con las diferencias genéticas y futbolísticas, que ahora Brasil sí pone, con un entrenador como Tite, en la cancha. Brasil está para campeón.