Adrián, de minero a indigente en puente de Teacalco
29 de agosto - 2017

Por Alfredo González

Adrián -N-, quien no rebasa los 45 años de edad, desde hace 12 semana adoptó el puente ubicado en la carretera México-Zacatepec, en el entronque con el municipio de San José Teacalco, como su hogar.

Oriundo de Coahuila y minero de oficio, no atina a revelar desde cuándo arribó a Tlaxcala y el porqué abandonó su vida interior para convertirse en indigente.

Adrián se ha convertido en una imagen cotidiana para quienes transitan por el lugar, pocos le ayudan porque su apariencia causa temor e incluso repulsión para algunos, como a los policías municipales a los que acusa de agredirlo y de impedirle deambular.

Desde hace unos meses apareció semidesnudo y montó un improvisado campamento, consistente en cobijas, bolsas de plástico, prendas de vestir y calzado.

Se alimenta de lo que algunos samaritanos le regalan y le hacen llegar hasta el lugar. Al ser entrevistado, afirma de manera errática e incluso incoherente, ser proveniente del estado de Coahuila .

Pero eso sí, tiene bien claras sus necesidades más apremiantes y sus gustos, como son las sopas instantáneas y el refresco de cola, las que pide por algunas marcas en específico.

Las que al tener en su posesión mezcla con sus manos faltas de higiene de un envase a otro, y sin ningún inconveniente o recato engulle con un rapidez sorprendente.

Esto al tiempo de comentar que su vida bajo el puente es difícil, principalmente por la falta de servicios y el inclemente clima, que a últimas fechas se ha dejado sentir en tierras tlaxcaltecas: «….es peligroso y hace frío, no hay luz en la noche y da miedo», menciona de forma atropellada, con mirada profunda de sus ojos verde grisáceo, enmarcados por su cabello y barba descuidados y entre canos.

El hombre que se sabe era trabajador de una mina cercana decidió, a pesar de tener familia y por extrañas causas, quedarse bajo la estructura de hormigón y asfalto, que a la fecha representan una isla de tranquilidad en su mundo.

Asegura ser víctima de malos tratos de policías municipales de Tocatlán y Teacalco, quienes según su versión «lo corren» y lo mantienen en ese punto que divide ambas comuna, por el paso de la carretera federal que conecta el puerto de Veracruz con la capital del país.

A pesar de su condición de indigencia, caracterizada por su desnudez cubierta por una chamarra de gorro en color negro y una cobija al hombro, goza de una aparente «buena salud».

Sentado sobre el asfalto y cruzando sus piernas que culminan en unos pies parcialmente cubiertos por unas sandalias rotas y que están ennegrecidos por la mugre y el sol, dijo estar dispuesto a recibir una próxima visita de este reportero pero pidió llevarle comida, ropa y unos zapatos «con casquillo», porque los que le regalaron no le quedan y le lastiman.

Tras dicho encargo, Adrián se queda de nueva cuenta en su soledad en medio de sus pensamientos poco claros, a la sombra del puente que desde hace 12 semanas es su casa y su pequeño mundo.