Las Antípodas: Escaleras eléctricas y cosas peores
12 de abril - 2017

Por Juan Manuel Cambrón Soria

“Y te conozco lejos, por solo los latidos de la sangre en mis sienes” Miguel N. Lira

A cuantos de nosotros nos ha tocado en más de una ocasión escuchar hasta el cansancio a algún familiar, amigo o compañero de trabajo originario de otra entidad, la afirmación temeraria de que los tlaxcaltecas cometieron traición a la patria al aliarse con los españoles en la conquista, y hemos tenido que explicar con paciencia condescendiente que no fue así; ¿cuál patria? si México no existía como lo conocemos hoy. Cuántas otras, alguien nos ha preguntado después de decirle de dónde somos y “¿Tlaxcala dónde queda?”, incluso alguna ocasión un universitario de Jalisco me dijo “¿Tlaxcala está en Guerrero?”, mi asombro fue tal que le pregunté si se había brincado la primaria.

Experiencias de ese tipo son recurrentes para quienes somos orgullosamente del estado más pequeño del país. Hace unos días después del desaguisado de las escaleras eléctricas cortesía de un reportero de un relevante medio de comunicación, me pregunté si podíamos acuñar el término “bullying cibernético” o “violencia intra redes sociales”. Mientras observaba las burlas, mientras me percataba que un desliz de un reportero y un descuido de redacción se convertía en una bola de nieve casi de escala internacional, me llegó la rabia, el enfado y las ganas enormes de responder con la misma sorna a todos esos comentarios.

Sin embargo, después de un rato llegué a la conclusión que ese tema ínfimo de las tristemente célebres escaleras eléctricas, nos debiera llevar a una reflexión franca de nuestra realidad en Tlaxcala; y esa realidad es que después del salto al proceso de industrialización que se vivió a finales de los 70’s con Sánchez Piedras, nuestro estado ha permanecido estancado, sin avances relevantes, carentes de desarrollo y sin un rumbo claro de hacia dónde vamos. Observamos a nuestro alrededor, nuestros vecinos poblanos, hidalguenses o mexiquenses, han experimentado en dos décadas un impulso relevante en diversos sectores, mientras a nosotros el Siglo XXI nos pasa de noche.

Carecemos de obras de infraestructura de alto impacto como aeropuertos, centrales de abasto, segundos pisos, puentes, distribuidores viales (no cuentan si se construyen al revés). No contamos con hospitales funcionales, modernos y de especialidades para cáncer, insuficiencia renal, ortopedia, geriatría, quemaduras, etc. La inversión seria y profesional en el turismo se ha estancado, no hay capacitación ni campañas de promoción turística basadas en una estrategia para detonar la atracción de visitantes nacionales y extranjeros, que cuando vienen muchos se quejan de la mala atención que se les brinda. No existe una estrategia en educación ni una política pública para incentivar la formación universitaria (no cuenta pintar grecas o dar mantenimiento a escuelas). El campo tlaxcalteca está en el olvido, los pequeños productores viven de las migajas del gobierno, que tampoco ha diseñado un plan de rescate y modernización. Los centros comerciales recién llegan a Tlaxcala, las cadenas de renombre no miraban a nuestro estado; la razón, un pobre nivel del poder adquisitivo de las familias, porque la inversión y la generación de empleos bien pagados no se ha quedado aquí, y solo se ha motivado la generación de trabajo manufacturero.

Puedo seguir con la lista y usted amable lector seguro me podría ayudar a terminar de construir la letanía de faltantes y atrasos.

Creo que el desliz de las escaleras pudo aprovecharse como una ventana de oportunidad para que la Secretaría de Turismo (ahora que ya se independizó) montara una campaña de promoción internacional, pero los veo dormidos en sus laureles.

Pero más allá de eso, es momento urgente y pretexto perfecto para convocar ampliamente a la elaboración del Plan Maestro para Tlaxcala, que le de rumbo para los próximo 30 o 40 años y que nos coloque en un lugar digno en la siguiente centuria. Es una tarea que no debe quedar en manos exclusivas del Gobierno, sino que, de una manera seria, responsable y profesional, se debiera requerir a académicos; expertos en urbanismo y desarrollo; a empresarios y cámaras de comercio; fuerzas políticas; organizaciones de la sociedad civil, en fin; para que todos le demos rumbo. Tlaxcala, tus hijos y los míos, las generaciones futuras lo merecen.