El presente que viene
30 de diciembre - 2014

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Ranulfo Rojas Bretón

Llega el 2015 «año del Señor». Un año con expectativas en todos los ámbitos porque el dinamismo eclesial y social no se detiene y más cuando los creyentes sabemos que la providencia del Señor guía nuestra historia pues «suyo es el tiempo y el poder».

¿Qué se espera en lo social?

México sigue muy tocado por acontecimientos que han golpeado a las fibras más sensibles del tejido social. Casos como el de las ejecuciones que el ejército hiciera en Tlatlaya, Estado de México y que ha llevado a proceso a varios miembros del ejército sin que se involucre a ningún miembro de alto rango, cimbró al país entero.

Pero lo que más caló es lo pasado el 26 de septiembre cuando miembros de la policía municipal de Iguala, Guerrero abrieron fuego contra varias personas terminando con 6 muertos y 43 normalistas de Ayotzinapa en calidad de «desaparición forzosa». Esto provocó una conmoción social no solo nacional sino con graves repercusiones internacionales.

México ya no es el mismo después del caso Ayotzinapa. Ahí quedó exhibido el Estado y lo más negro de la corrupción e impunidad con que se vive en esos ámbitos. La conciencia social vuelve a fortalecerse y las manifestaciones muestran no solo la irritación sino el compromiso de lograr que «no vuelva a pasar».

Qué difícil le va a ser al sistema político recuperar confianza y credibilidad de cara a las próximas elecciones para diputados federales. Será una campaña muy complicada. Los partidos políticos y especialmente los candidatos tendrán que modificar sus modos de hacer campañas y esperemos que los electores crezcan en conciencia y no caigan en la práctica de venta de su voto.

A propósito de lo electoral, en este 2015 se renovará el Congreso Federal y dependerá de la solución que se dé al “Caso Ayotzinapa” la respuesta de la ciudadanía porque difícilmente habrá credibilidad y si en algún momento los partidos políticos están a la baja es precisamente en éste.

Súmenle a esta problemática el escándalo llamado “la casa blanca”, la mansión del matrimonio Peña Nieto – Angélica Rivera que por más explicaciones, ninguna termina siendo creíble, -ahora resulta que Angélica Rivera es cuatro veces más rica que Enrique Peña Nieto-. La crisis de credibilidad está a la baja.

Se ha propuesto blindar a las elecciones, o sea, que se investigue a los candidatos para que no llegue ninguno que tenga nexos con la delincuencia. Seguramente pedirán una constancia de moralidad, solo que no habrá quien la pueda emitir.