Educar para la democracia
12 de noviembre - 2014

Por Ivonne Leyva

Hemos estado hablando de que iniciamos ya el proceso electoral, sin embargo cuesta mucho decir, pero hay una gran cantidad de niños y adolescentes que desconocen de que estamos hablando cuando nos referimos al proceso electoral, la democracia y ciudadanía.

Por muchos años se refirió al concepto de ciudadanía con el de la “mexicaneidad” o de “identidad nacional”, y los jóvenes son quienes han demostrado por largos años el poco aprecio por la legalidad, el desconocimiento del valor de crear acuerdos sociales como forma de convivencia pacífica, el gran nivel de desconfianza en las instituciones públicas, la idea de la democracia como una actitud predominantemente pasiva, por otro lado se encuentran muy satisfactoriamente valores de tolerancia y a la diversidad étnica, sino de los más pequeños que por ningún medio les interesa hablar de estos temas.

Por lo que tanto padres y maestros necesitamos formar una ciudadanía activa para construir la convivencia democrática y la cultura de la legalidad que requiere el país, que revierta las tendencias caóticas que se avizoran.

Es difícil creer cuantos jóvenes desconfían de las instituciones que dan certeza a los procesos electorales, y también es de resultar simple, no nos han enseñado del poder que tiene nuestro voto, nuestro voto puede cambiar el rumbo de nuestro país.

Abordar el reto de la educación cívica no es nada sencillo, pero si queremos ciudadanos con una fuerte cultura cívica que aprecie la legalidad, convoque a la participación, faculte para la defensa de sus derechos, mejore su participación en los procesos electorales, necesariamente tenemos que transitar por caminos educativos para así contar con un piso mínimo compartido de competencias cívicas; el tránsito a la modernidad democrática y de cualquier índole, pasa necesariamente por la escuela, no hacerlo significaría indudablemente el empobrecimiento actual y futuro de la Democracia en nuestro país.

El proceso de formación ciudadana debe tener como resultado que los niños y los jóvenes sean capaces de generar y exigir nuevos espacios y mecanismos de participación cuando consideren que el reconocimiento de sus derechos no es el debido, o cuando crean que los canales establecidos para ello no son suficientes o eficaces, reclamando el derecho a tomar parte en las decisiones colectivas.

La participación es más que un derecho por ejercer, es un ejercicio activo de la ciudadanía, es una búsqueda del bien común y creadora de una identidad colectiva. La participación creará mejores ciudadanos y quizá simplemente mejores individuos.

Para que el ejercicio de la participación pueda hacerse efectivo realmente, se requiere de tres elementos: derechos (a la libre expresión, a la asociación, a la manifestación), espacios, medios e instituciones para posibilitar la realización de tales derechos (parlamentos, foros, medios de comunicación, mesas de negociación, redes, consejos de participación, asambleas) y competencias personales y colectivas para poder ejercerlos realmente.

Sin duda se enseña con el ejemplo, por lo que quizá necesitemos educarnos niños y adultos. Agradezco su tiempo para leer este espacio de opinión y espero sus comentarios al correo electrónico ivonne_ley@live.com.mx.  Excelente semana.