Los barrenderos azules
10 de septiembre - 2014

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Resulta que el lunes, uno de mis corresponsales que circulaba sobre la calle Ignacio Allende se detuvo a la altura del número 31, donde se encuentra el Congreso, desconcertado, pensaba que ya había arrancado el proceso electoral y que se encontraba ante un mitin panista, pero no, eran los barrenderos ahora azules

Mr. Tlx

Algo no está bien en la concepción del ejercicio del poder, tal parece que cada gobierno es una marca y trata de vender un producto, en lugar de servir a la población.

Resulta que el lunes, uno de mis corresponsales que circulaba sobre la calle Ignacio Allende se detuvo a la altura del número 31, donde se encuentra el Congreso, desconcertado, pensaba que ya había arrancado el proceso electoral y que se encontraba ante un mitin panista.

Pero no, resulta que se trataba de los trabajadores de servicios públicos del ayuntamiento capitalino. Barrenderos, operadores de camiones compactadores, jardineros y otro personal que se encarga de embellecer la ciudad.

Fueron convocados a una ceremonia donde les desaparecieron el color naranja de sus uniformes y unidades vehiculares, los vistieron de azul, azul PAN para ser exactos.

Sin importar que el naranja sea un tono adoptado internacionalmente para personal que se dedica a las tareas de limpia (dado lo vistoso que resulta y por tanto es una medida de seguridad para que no sean atropellados quienes por la noche o muy temprano barren las calles) en la capital prefirieron el azul que es propio de los servicios de seguridad.

Es evidente que se trata de una decisión político-electoral, no perdamos de vista que el partido que gobierna el municipio de Tlaxcala es el blanquiazul.

No es la primera vez que se toman este tipo de decisiones en función de los colores emblemáticos del partido gobernante.

Recordemos el sexenio de Alfonso Sánchez Anaya. El perredista ordenó que las unidades de seguridad pública estatal se pintaran de amarillo, y poco faltó para que los uniformes también fueran de esa tonalidad.

Recientemente en el Distrito Federal se ha desatado una polémica por la decisión del Jefe de Gobierno de ordenar la reforma a la ley de transporte para establecer como oficial el color rosa en los taxis, según él, para evitar que en un futuro otra administración le ponga un matiz partidista.

Pero más allá de leyes o decretos, lo que se requiere es altura de miras de nuestros políticos para dejar de lado este tipo de decisiones superfluas. En los hechos, a la gran mayoría de la población poco le importa qué partido gobierna y los colores que use, más bien exigen resultados.

Y en otro tema mis enviados estuvieron ayer en la presentación del libro “Los Derechos Humanos en México, teoría y realidad social” cuyo autor es el ombudsman estatal, Francisco Mixcoatl Antonio.

La convocatoria fue excelente, se llenó el patio vitral del Congreso local y vieron por ahí a funcionarios y ex funcionarios públicos, políticos y luchadores sociales.

La obra provocó excelentes comentarios del investigador de Conacyt, Ángel Caballero, al considerar que el estudio trasciende el estado de Tlaxcala y se convierte en un material de consulta nacional.

Enhorabuena por Francisco Mixcoatl Antonio.

Nos leemos la próxima semana