El adiós de Ortega
22 de junio - 2014

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Por Gerardo Orta

 La cita fue a las once de la mañana. Sonó mi teléfono, él venía retrasado –llegaré en 15 minutos–, me dijo.

Ansioso por charlar con uno de los toreros que comencé a ver desde niño, me entretuve pensando en qué le iba a preguntar al maestro Rafael Ortega.

Y llegó. Bien vestido como acostumbra, amable y cortés me saludó, jamás le había tratado, me impresionó su sencillez.

Iniciamos la plática hablando de futbol. En ese momento se enfrentaba Italia a la sorpréndete Costa Rica en el mundial de Brasil.

Liberándome del nervio por tenerlo frente, observe sinceridad, seriedad e inteligencia en sus comentarios. Es un tipo prudente, de hablar pausado pero con verbo proverbial.

Comenzamos a charlar de sus pininos ganaderos. Reconoció la labor de campo como complicada, dudó de poder seguir la senda ganadera al retirarse de los toros.

En un espacio cálido y con un sabroso desayuno en La Tronera, la plática continuó y llegamos también, al tema político, terrenos que ya pisó y que llaman la atención de Rafael, tanto como para anhelar hacer algo por su querido y natal Apizaco.

¡Pero al toro! Me dije.

Desde 2013 y ahora en 2014, el matador Rafael Ortega ha iniciado una campaña de despedida en diferentes plazas del país, incluidas las más representativas dentro de su carrera taurina.

Hoy, prepara lo que será la tarde en la que se retire de torero y se corte la coleta, mientras tanto, disfruta del epílogo de su carrera, no queriendo que llegue la fecha del adiós.

Y comencé a preguntar.

¿Qué balance haría del año de la despedida?

“El año ha sido muy positivo ha habido desde que empecé  la campaña de despedida triunfos muy bonitos incluyendo el de la Plaza México que ha sido una tarde que me ha dado mucho gusto haberla vivido, independiente de las orejas y el rabo que me otorgó el juez, la salida en hombros, sentir el cariño y respeto del aficionado de la Plaza México, el sentir y escuchar decir, ‘no te vayas Rafa’, en cada tarde donde me he presentado lo he disfrutado, ha habido suerte, la última corrida que fue en Ciudad Juárez también salí en hombros.”

Entonces, vino el anuncio. La tarde del retiro “definitivo” –sí, entre comillas–, la del domingo 12 de octubre, en Apizaco.

“Faltarán dos o tres corridas para la del 12 de octubre; muy lejos de las estadísticas me he dado cuenta de que la gente me tiene muy identificado, me tiene cariño y dejo unas puertas muy abiertas en todos los lugares para regresar como aficionado, como un miembro más de la familia taurina e inclusive muchos me dicen que no voy a tardar mucho en tratar de regresar.

Pero también digo que de esa agua no he de beber, entonces en el futuro se verá la decisión que tome, pero por lo pronto estoy enfocado en cerrar con broche de oro esta campaña tan bonita.”

Consolidado como una primera figura del toreo en México, Rafael Ortega me confiesa que aún no define el cartel para la corrida de despedida, no obstante, maneja dos alternativas, cartel con tres toreros, e incluso, una encerrona con seis toros.

La tarde del 12 de octubre será el colofón de una carrera ya de 24 años de alternativa, –comenté–.

“Es lo que quiero, que sea una bonita despedida, sé que va estar llena de muchas emociones, sentimientos encontrados desde la responsabilidad, el nerviosismo, la nostalgia, la alegría, se vivirán muchas cosas y bueno ya solamente esperar que pase el tiempo y que se pueda fraguar todo y poder vivir esa tarde como cualquier torero la soñaría, que sea con un colofón de un recuerdo imborrable.”

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¿Cómo se ve Rafael Ortega después de esa tarde de octubre?

“Me iré muy contento de la vida, de mi profesión que me ha dado cosas muy bonitas, mi formación como humano, torero, como profesional, como padre de familia, como esposo, como un miembro más de la sociedad siempre tratando de tener una buena imagen, de llevar a pesar de ser una persona publica, lo más transparente mi vida y todo eso me lo ha enseñado la fiesta de los toros.”

El maestro Rafael Ortega hace una pausa para resumir su carrera taurina. Definido como un hombre discreto, lo llena de satisfacción recordar su paso por plazas de España, Francia, Ecuador, Perú, y Estados Unidos.

¿Qué extrañará de la fiesta de los toros?

“Yo creo que esa pregunta sería ya que me haya ido y hayan pasado unos días, pero hasta ahorita si dijera qué extrañaría sería sentir esa responsabilidad de que el domingo te vas a poner el traje de torear, ese miedo que pasas durante toda la semana, el día que toreas, la adrenalina que sientes, los momentos que vives previos a la corrida, el aplauso y la satisfacción de decir ‘pasé miedo como todos los días pero tuve la capacidad de triunfar’, regresar al hotel dar gracias al relicario que he puesto en cualquier plaza en la que he toreado.”

Antes del 12 de octubre, Rafael Ortega no tendrá más de tres compromisos. Se presentará en Hidalgo, estará en la reinauguración de la plaza de toros del municipio de Tetla, e irá a Tijuana, sede representativa para él, pues fue ahí donde tuvo triunfos importantes en sus inicios toreros.

Para esa tarde, ya prepara también el terno que vestirá para tan importante compromiso. Siempre los prefirió en tonos azules: rey, celeste y cielo, principalmente.

“Siempre me gustaron los tonos azules. Tomé la alternativa con un azul, los triunfos más significativos en México fueron con azul, mi confirmación en Madrid fue con azul rey y ahorita que estamos comentando los colores ya estoy analizando el color para la despedida porque siempre me han dado buena suerte, los toreros a veces tenemos supersticiones pero ese color siempre me ha dado satisfacciones.”

¿Tiene alguna superstición o cábala previa a una tarde de toros?

“No he sido supersticioso, también por una sana mentalidad a la hora de torear no he adquirido eso, son vicios que vas teniendo, inseguridades porque en alguna tarde que no te vaya bien empiezas a buscar culpables.”

¿Es usted un hombre religioso?

“Claro, creyente, todos los días al levantarme le doy gracias a Dios. El día que toreo tengo un relicario muy amplio que he podido construir a lo largo de 24 años, tengo imágenes que me regaló la gente cuando era novillero, había tardes o ferias cuando la gente me regalaba imágenes de santos, soy muy creyente.”

¿Cómo vive los instantes previos a una tarde de toros?

“Con mucho nervio, también con gusto porque tengo que disfrutarlo pero esperando la hora de partir plaza y hacer lo que me gusta, son momentos de llegar a la plaza y sentir el contacto con el público antes de la corrida, pero cuando suena el clarín te debes de desconectar de todo eso.”

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¿Cómo lo han tratado los toros?

“Me han tratado bien, tengo 12 cornadas, una fractura en tibia y peroné que fue en la que si me  costó mucho trabajo reponerme, ocho meses. Pero para lo que me ha dado el toro creo que ha sido barata la factura que he pagado, eso ha sido gracias a la preparación física, estar metido en mi profesión y que Dios me ha protegido.”

Rafael Ortega Blancas, con 24 años de alternativa en la espuerta, oriundo de Apizaco, deja un mensaje a la afición de Tlaxcala.

“Gracias por su apoyo y por estar conmigo hasta el final de mi carrera taurina y decir que dejaré de torear pero seguiré siendo el amigo, el paisano, el hermano, el padre de familia, todo seguiré igual, únicamente colgaré el traje de torear y me iré disfrutando, queriendo, y apoyando a la fiesta de los toros porque es una fiesta que debe de ser así siempre de grande y los toreros debemos tener respeto por nuestra profesión porque la gente nos tiene gran admiración y siempre agradeceré que la gente me haya  dado un espacio en su corazón, en su casa y con su familia, esas son cosas que no se te olvidan.”

Al terminar la entrevista, confirmé que Rafael representa bien el papel de figura, ganado se lo tiene.

Para ser torero hay que parecerlo dentro y fuera del ruedo, ser humilde y sobre todo, agradecido con el toro y la afición. Ortega reúne las premisas.

Terminamos la charla. Era casi la una de la tarde.

Me retiré del lugar, con la satisfacción de haber charlado de toros con un protagonista de la fiesta, a quien después de la entrevista, sentí que lo conocía de hace ya varios años.

¡Gracias maestro!