ROMPIMIENTO
29 de agosto - 2022

Por Edgardo Cabrera

Tampoco hay “nueva historia” en el Congreso del estado, terminó el tiempo del pago de facturas y llegó la hora del cobro de revanchas. 

El primero que salió bailando las calmadas gracias a las grillas carroñeras del nuevo “partidazo” (término que les encanta a los vividores de la cuarta) fue el diputado Rubén Terán.

De poco le valió su trabajo político y de concertación en el primero año legislativo, mantuvo a raya a la mayoría de la oposición, aunque nunca pudo someter a la priísta Blanca Águila ni al perredista Juan Manuel Cambrón, llevó la fiesta en paz con ellos ya que las cosas se les pudieron poner peores a la gobernadora Cuéllar y a la bancada mayoritaria, para muestra tres claros botones: 

La designación de Ernestina Carro como procuradora, a pesar del desaseo político que incluyó una previa designación como encargada del despacho e imposición en la terna enviada al Congreso con un claro sesgo; el cumplimiento de la orden para desaparecer el “fondo moches”, ahora la mayoría de legisladores y alcaldes lloran por ellos; y la aprobación del paquete presupuestal sin que le movieran ni una coma.

No solo lo anterior, 90 por ciento de las intervenciones para defender lo indefendible, para encarar las posturas críticas en tribuna y hasta para lanzar elogios a la mandataria por parte de la bancada Morena fueron a cargo de Terán.

La semana pasada el dedo flamígero lo desconoció, lejos quedaron los elogios de quien fue su compañera legisladora y su brazo ejecutor en aquella Cámara tras su salida en busca de la gubernatura, en su lugar llega Marcela González Castillo, nuera del ex gobernador Alfonso Sánchez Anaya y esposa del titular de Infraestructura estatal, no solo eso, se enfilan a mantener la presidencia de la Junta de Coordinación y Concertación Política, y esa sí será una Nueva Historia. 

UNO MÁS

Irónicamente y previo a su despido, el que cobraba como dirigente, fue utilizado para operar la remoción de Terán como coordinador parlamentario de Morena, quizá pensaba que su sumisión lo mantendría en el puesto.

Fue la mano ejecutora de los rencores de la “número 1” alimentados por las intrigas de su segundo abordo, ya que la semana pasada citó en su calidad de “presidente” a los diputados morenistas para que firmaran el nombramiento de la nueva coordinadora. 

Es claro que, al igual que Rubén, el ex regidor, cayó de la gracia, y no es raro, aunque a diferencia del diputado, Víctor no hizo nada relevante en su corta estancia en el nuevo partidazo, recicló el cascajo de otros partidos, le robó con engaños alcaldes a otras fuerzas políticas que terminaron regresando sus rediles por el timo, fue exhibido por una supuesta denuncia penal por fraude, y en su desesperación para tratar de quedar bien, lo que fue un intento por presumir los logros de Morena en el gobierno terminó por revelar el desastre en el IDET al mostrarnos la mala administración plasmada en una alberca turbia, por cierto, contigua a las oficinas de la titular. 

Al relevo llegó el diputado federal Carlos Augusto Pérez, quien tendrá como secretaria a la ex diputada Luz Vera, ¿notan algo raro?, ¿no?, el primero es otro priísta que llega a desplazar a los fundadores de Morena, y la segunda proviene del desaparecido PEST, amén de que fue la única legisladora con observaciones no solventadas ante la Auditoría Superior de la Federación, y de lo cual recordamos aquellos videos de la fábrica de comprobaciones. Lo bueno es que se dicen que no mienten, no roban y no traicionan.