EPIDEMIA ACTIVA
15 de julio - 2020

Por Edgardo Cabrera

Cuando estamos a nada de llegar al medio millar de muertos por Covid-19 en Tlaxcala, y con mas de 3 mil 300 infectados, es claro que las medidas de prevención fueron relajadas; la movilidad regresó prácticamente a la normalidad, y solamente la suspensión de actividades escolares hace que no haya más gente en la calle.

Por ello el lunes, en la conferencia de prensa de la Secretaría de Salud federal se advirtió que nuestra entidad mantendrá la epidemia “activa” en las próximas semanas, nadie sabe a ciencia cierta qué significa eso -porque las interpretaciones las cambian a diario desde el propio gobierno-, lo cierto es que el número de nuevos contagios seguirá creciendo exponencialmente.

Fue el director de Epidemiología de la SSA, José Luis Alomía quien expuso que Tlaxcala tiene un “leve” incremento a la movilidad comunitaria, y aunque explicó que la enfermedad se encuentra “estacionada”, no se han podido reducir los contagios. Para ser claros: así como hay personas que se recuperan, de la misma forma hay personas que se infectan.

Hablamos que la apatía de nuestra población por adoptar seriamente las medidas de prevención no ha permitido el descenso de las infecciones, y eso lo tienen bien detectado las autoridades sanitarias, sin embargo, de qué sirve que lo detecten si no hacen nada para frenarlo, quizá pesan más otros factores como la crisis económica y la urgencia por reabrir las actividades. 

Las cifras así lo marcan, junio fue el peor mes para la economía local al acumular ya más de 4 mil 600 empleos formales perdidos, hablamos de una caída de 4.4 por ciento respecto al mismo mes del año anterior, no obstante, en los datos de la informalidad el golpe es mayor, no perdamos de vista que la mayor parte de la población está ocupada laboralmente en actividades que carecen de seguridad social, ellos, también se quedaron sin trabajo el mes pasado, los cálculos están por ser develados por el INEGI

ENTRE LA ESTIGMATIZACIÓ E IGNORANCIA

En algunas comunidades y rancherías del estado crece la preocupación por el incremento exponencial de contagios por Covid-19.

Algunas de estas localidades se opusieron a las jornadas de sanitización, recordemos, incluso, que a mediados de mayo, una pipa quemada, una ambulancia baleada y una patrulla vandalizada fue el resultado de la violencia desatada en las comunidades de Santa María Lagunilla y San José Tepeyahualco en Tlaxco.

Pero no ha sido el único, sí quizá el más violento, pero el primer caso ocurrió en Villarreal, en el municipio de Terrenate donde acusaron que por medio del líquido sanitizante se esparcia el coronavirus.

Después siguieron San Cosme Xaloztoc y San Sebastián Atlahapa, comunidad perteneciente al municipio de Tlaxcala.

El asunto es que ahora algunas de esas poblaciones no han sido inmunes al Covid-19. ¡NO!, no les fueron a “regar” la enfermedad mediante pipas, como pensaban cuando impidieron la desinfección, se contagiaron por la movilidad de las personas que salen e ingresan a las comunidades, ya sea por razones de trabajo o para adquirir sus insumos en otras localidades, aunque las causas pueden ser otras.

Hay zonas, como la ranchería Santa Fe, en Tlaxco, donde entre las mismas familias existen diferencias y disputas para tratar a sus pacientes, y “controlar” la información, ya que mientras algunos claman por ayuda y buscan a los medios de comunicación para que los coadyuben para hacer visible el problema y recibir atención de las autoridades de salud, otros los amagan para mantener todo oculto y no ser estigmatizados.

La realidad es que frente a la pandemia no cabe la discriminación, unos y otros tienen razón, el temor de difundir los casos radica en el señalamiento público, pero el ocultarlo, también significa un atentado hacía los demás que podrían ser contagiados por contacto con algunos infectados que se niegan al aislamiento o la atención médica.

El asunto aquí no es simple, pero sí es necesario visibilizar los brotes en algunas zonas, incluso los ocurridos en instituciones, como ha pasado con las policías de Chiautempan y la capital del estado, para frenar su esparsión y establecer los cercos necesarios para que el problema no sea mayor.