SIN MIEDO
10 de julio - 2020

Por Edgardo Cabrera

Distraídos por la efervecencia electoral y la euforia por el regreso masivo a las actividades en plenas vacaciones de verano, la ciudadanía dejó de prestarle atención a las cifras de la Covid-19, que a nivel nacional alcanzaron un nuevo histórico de contagios el jueves con más de 7 mil en un día y superar los 33 mil muertos.

En lo que fue el día 38 de la mal llamada “nueva normalidad”, Tlaxcala también sigue en ascenso en el número de contagios, ya revesamos los 3 mil y sumamos 429 defunciones, lo más grave es que en las últimas dos semanas el crecimiento de casos positivos se duplicó.

De tener en promedio 40 nuevos casos al día, ahora rondamos sobre los 80, y hay días en que la ocupación de algunos hospitales, como el del ISSSTE, han estado al borde del colapso.

Aún así, el miedo fue vencido, el confinamiento parece que pasó a la historia y las actividades comerciales y recreativas se han desbordado en el estado, las autoridades no solamente fueron rebasadas por el hartazgo social a estar encerrados, sino que también perdieron la brújula, meter un paro de emegencia -como lo planteó esta misma semana el gobernador de Jalisco- anticipa disturbios sociales por la negativa a seguir encerrados y detener la economía.

A estas alturas lo único que resta, pareciera, es que cada quien se haga responsable de su salud. Quien quiera reducir el riesgo de contagio deberá utilizar gel antibacterial, cubrebocas, caretas, evitar aglomeraciones, confinarse, en fin…, el que no lo quiera hacer, francamente es su responsabilidad.

Y es que la pandemia, aderezada con el acelerado avance al proceso electoral del 2021, propició que los gobiernos dejen hacer y dejen pasar, con tal de no perder capital, los ejemplos están a la vista y empiezan desde el palacio más grande de este país, hasta el más humilde, quienes hacen sus cálculos políticos para seguir viviendo o sobreviendo del erario.   

CONSULTAS VIRTUALES

A colación de los mensajes poco claros de las autoridades, el secretario de Salud, René Lima registra una baja en la asistencia a sus conferencias de prensa, en las que lo mismo da consultas médicas virtuales, que repite los boletines diarios sobre la pandemia, o incluso no sustenta algunos de sus dichos.

Resulta que el miércoles aseguró que el riesgo de contagio es más alto entre la comunidad que en un hospital, sin embargo, no proporcionó bases científicas que sustentaran su dicho, quizá, por ejemplo, develar las cifras de movilidad de la ciudadanía, ubicar los lugares de mayor contagio, o evidenciar -con pruebas en la mano- la complacencia de algunos alcaldes para tolerar todas las actividades no escenciales en sus demarcaciones.

Preocupante, también, es que insista en difundir un listado de medicamentos para atender la Covid-19, ello ha provocado la escasez de esas medicinas porque hay quienes ya se han dedicado a comprarlo, “por si las dudas”, con lo que las personas que enferman viven un auténtico calvario para surtir sus recetas.

Más que su monológo de los miércoles, Lima debe explicar porqué el sector que encabeza ha sido complaciente para tolerar todo lo que se supone no permite el semáforo rojo de la pandemia, incluso, desde antes, en la jornada de sana distancia, fueron generosos con algunos negocios a los que se les permitió seguir trabajando, entre ellos algunos restaurantes y hoteles de prominentes políticos.