Finito, ¡caput!
1 de junio - 2016

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La mayoría de los aspirantes a gobernador dejaron mucho que desear, solamente 3 de 5 presentaron su declaración 3de3. Al final de una entrevista, Lorena me confió sus temores kármicos y me aseguró que: “todo en esta vida se regresa” ¿lo entenderán sus huestes?. Y Adriana se refriteó la propuesta demagógica de Ortiz respecto a la casa de Gobierno

Por Edgardo Cabrera

Hoy concluyen las campañas proselitistas en medio de la guerra de encuestas, los golpes bajos, pastelazos y la desesperación, a partir del jueves los candidatos deberán frenar su promoción y “guardarse” hasta después de las 18 horas del domingo cuando cierren las casillas y comiencen a fluir los resultados de la votación, veremos a partir de ese momento una nueva andanada de acusaciones.

La mayoría de los aspirantes a gobernador dejaron mucho que desear, solamente 3 de 5 presentaron su declaración 3de3, el resto sólo lo prometió.

Llama la atención el caso Martha Palafox y el independiente Jacob Hernández ya que a pesar de abanderar supuestas causas ciudadanas y de proclamarse diferentes a los partidos tradicionales nunca revelaron su fortuna, porque de que la tienen, la tienen.

Felipe Hernández del PAC y Edilberto Algredo de Movimiento Ciudadano también nos doraron la píldora, se la pasaron haciendo campaña atacando a los partidos grandes reprochándoles desde la opacidad hasta la corrupción de sus gobiernos, pero en los hechos evidenciaron que son peores por esconder sus declaraciones patrimoniales, de intereses y fiscal.

Y bueno, Marco Antonio Hernández Morales del PES no canta mal las rancheras, aunque llegó tarde a la contienda tras la renuncia de Federico Barbosa, tampoco quiso cumplir con la transparencia.

Del resto de posiciones en disputa, solo Mariano González Aguirre, candidato a diputado por el distrito IV hizo lo propio, así como Juan Salvador Santos Cedillo abanderado del PVEM a la alcaldía de Huamantla.

El contenido de su 3de3 es otro tema, de eso ya hemos escrito, y es que no se trata solo de cumplir, sino de la manera cómo algunos ocultaron información.

Karma

Mientras la perredista Lorena Cuéllar acudía a la Ciudad de México para ser arropada por su dirigencia nacional y denunciar ante reporteros presuntas “intimidaciones” del gobierno estatal, sus huestes hacían de las suyas aquí.

Resulta que desde su casa de campaña se intensificó el envío de “comunicados” de prensa y notas con fuentes “anónimas” para atacar a sus adversarios, lo mismo con “memes” que con información atribuida a “fuentes anónimas” y/o supuestas “reporteras sin nombre ni apellido”.

Preocupante resultaría saber que su equipo de comunicación comandado por Elia Sánchez actué por cuenta propia para alentar la guerra sucia, la misma de la que se dice víctima su jefa, pero más grave sería saber que la candidata sea quien avale esos golpes sucios.

Hace unos meses al final de una entrevista, la perredista me confió sus temores kármicos y me aseguró que: “todo en esta vida se regresa, por lo que quien actúa mal, mal le va”, ¿creerán en el karma quienes la rodean?

Demagógica

Parece que en los tiempos de Héctor Ortiz Ortiz como gobernador del estado nunca invitó a Adriana Dávila a pasar a Casa de Gobierno.

De haberlo hecho, tal vez hubiera leído por ahí una placa que a la letra dice: “Esta propiedad fue donada al Gobernador Tulio Hernández Gómez por Don Luis Javier Barroso Chávez y familia, en septiembre de 1986. A su vez, Tulio la cedió como Casa de Gobierno de Tlaxcala”.

Hablamos de que con una propuesta de convertir este inmueble en la «Casa de las Niñas y los Niños de Tlaxcala», como lo ha hecho la candidata del PAN a la gubernatura estatal, no solo se hace evidente la desesperación de quien se supo arriba en las preferencias al inicio de las campañas y ahora se ubica en tercer lugar, sino que también se advierte un lamentable desconocimiento de la historia, y del estatus jurídico del inmueble.

Tulio Hernández determinó que su uso fuera exclusivamente el de ser el domicilio oficial del titular del Poder Ejecutivo, tal vez, pensando en darle dignidad a la investidura del gobernante de los tlaxcaltecas, como ocurre en muchas entidades más, en la federación, o en los gobiernos extranjeros.

De modo que más que un privilegio, como lo aduce la panista, se trata de un acto de reconocimiento ciudadano que, en un tiempo, se hizo a la gestión de un gobernador que hizo su parte en la construcción de un Tlaxcala mejor.

¿Realmente cree Adriana Dávila que una propuesta como ésta le resulta atractiva a los niños o a sus padres? ¿Porqué no le hizo la misma sugerencia a Felipe Calderón, cuando fue presidente, para que le diera a Los Pinos un uso distinto al que actualmente tiene? ¿O acaso ésta no es una actualización de la propuesta demagógica de Héctor Ortiz de convertir Casa de Gobierno en el Hospital del Niño Tlaxcalteca?, lo que nunca cumplió porque jurídicamente no pudo.

Lo grave para alguien que aspira gobernar el estado es que no sepa de lo que está hablando.

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