Carito: “una mujer de oro”
7 de diciembre - 2015

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Pbro. Ranulfo Rojas Bretón

Con el fallecimiento de la Señorita Carolina Hernández Castillo termina una época brillante de una tradición que ella y su familia comenzó y hoy está más que fortalecida. “Carito” como era cariñosamente y popularmente llamada fue centro de atención de mucha gente durante las últimas décadas. Maestra por profesión y artista del bordado en seda y oro por devoción. A su casa llegaron personajes de todos los ámbitos, de la política, del espectáculo, de la música, de la fiesta brava, de las artes y por supuesto de la religión. Así que gobernadores, diputados, presidentes y muchísima gente se dio la oportunidad de estar bajo su techo y tener la dicha de conocer a una mujer llena de valores, de principios y por supuesto llena de fe. Recibió muchos reconocimientos y premios por su labor social y religiosa.

Siempre acompañada y apuntalada por sus hermanos Alfonso y José, los populares “Popo” y “Cheché” fueron creando una tradición en la que año tras año se convirtió en expectativa. En torno a Carito se fueron reuniendo a lo largo de los años, mujeres de la clase social huamantleca para colaborar en el bordado del vestido y del manto de la Virgen de la Caridad.

Ahora esa actividad que supera ya los 50 años, se ha convertido en una de las más hermosas tradiciones y el grupo de bordadoras ha crecido y está cada vez más fortalecido.

La casa de Carito seguirá siendo centro de reunión, se seguirá bordando el manto y el vestido en seda y oro, se seguirá cumpliendo con los ritos que a lo largo de los años se fueron acuñando, se continuará recibiendo a personalidades que querrán ver la confección de la obra de arte que año tras año se va bordando ahí entre puntada y puntada hasta crear la obra que año tras año se diseña.

La tradición está creada, Carito ha legado toda su sabiduría y arte, ahora “Bibi” y todas las mujeres y jovencitas que quieran ser parte de esta hermosa tradición continuarán lo iniciado hace ya muchos años. Tradición significa “entregar de mano a mano” y el bordado del manto y vestido en seda y oro de la Virgen, lo fue entregando año tras año de mano a mano a cada una de las mujeres, muchas de ellas con varios años de colaboración. Algunas ahí aprendieron a manejar en canutillo y el hilo de oro, algunas ahí dieron sus primeras puntadas y hay quienes llegaron a ayudar en lo que fuera y con su buena voluntad hoy son la fortaleza del grupo y portadoras de la tradición.

Con Carito no termina la obra, con Carito se realiza el proceso natural de paso de una generación a otra, que con la gracia de Dios no es nada brusca porque año tras año Carito fue entregando su devoción, su cariño, junto con su arte a cada una de las mujeres del grupo que hoy seguirán haciendo lo mismo.

Después de una larga vida en la que Carito confiesa: “mi familia hacía los vestidos de la virgen desde hace más de cien años. Esa tradición nació en mi familia y la siguieron mis primas y mis hermanas”. Ella la continuadora de la tradición la fortaleció y la proyectó. Enseñó a quienes no sabían y con paciencia fue bordando una generación y una tradición.

Murió para el mundo una mujer que se entregó al mundo, que desde su arte logró hacer mucho por Huamantla de una manera desinteresada y sencilla. Muere una mujer valiosa que pudo ver los frutos abundantes de su obra y que seguramente desde el cielo, desde los brazos abiertos de la Virgen María en su advocación de la Caridad, a la que se entregó y a quien vivió dedicada, seguirá intercediendo para que voltee sus ojos misericordiosos hacia este pueblo huamantleco, a esta tierra a la que tanto amo y por la que hace más de diez años confesaba: “¿Que qué me gusta de Huamantla? ¡Ay!, pues diré que me gusta todo. Soy muy apasionada de mi tierra. Voy a seguir haciendo estos vestidos hasta que Dios me conceda la facultad de coser y bordar como lo hago”.

Hoy termina la etapa de Carito, Dios la ha llamado a su casa y ahora será coronada con la corona que Dios le ha prometido. Ahora comienza el mito y las historias, pronto se harán leyendas. Carito seguirá presente entre nosostros y en su casa de Allende donde naciera, seguirá presente su espíritu que año tras año seguirá acompañando a todas aquellas que se reúnan para seguir con la tradición de bordar en seda y oro el manto y vestido de la Virgen de la Caridad.

¡Dios le pague toda su obra y la reciba en su Reino! ¡Descanse en Paz! Así sea.