Las Antípodas: La reelección es como meter reversa
26 de julio - 2017

“La política es técnica de aproximación, no ciencia exacta” Jesús Reyes Heroles

Por Juan Manuel Cambrón Soria

Los sistemas políticos que aspiran a ser democráticos, transitando de pasados autoritarios, requieren del rediseño de sus instituciones, de reformas y cambios sustantivos en su arquitectura constitucional. Sin embargo, como la reversa también es cambio, existen reformas que pueden considerarse regresivas, porque no abonan en la construcción de la vida democrática y están orientadas a favorecer el mantenimiento del statu quo. Personalmente, creo que es el caso de la reelección de legisladores y alcaldes, que fue aprobada en las reformas federal y local, la cual debo decir, no comparto.

La reelección en un país como el nuestro con una tradición autoritaria, con una cultura presidencialista tremendamente arraigada, con enormes desequilibrios económicos y sociales, y con una ciudadanía que está en camino hacia la madurez política, la reelección no es más que un espejismo escondido bajo el velo de la rendición de cuentas.

Los principales argumentos esgrimidos por quienes están a favor son que se promoverá la profesionalización de las autoridades, logrará aprovechar la experiencia de los diputados (federales o locales) y senadores quienes podrán hacer una carrera legislativa, y que se combatirá la improvisación trienal de los políticos en los cargos de elección popular.

Y me pregunto ¿realmente la reelección hará todo eso?, ¿realmente tiene esas bondades? Mi respuesta inmediata es un rotundo No. La profesionalización de los políticos y el combate a la improvisación no transita por su permanencia en los cargos. La profesionalización es un proceso dicotómico (social e individual) que permite mejorar las habilidades de una persona producto de varios factores como son la formación académica, su compromiso comunitario, su ética pública, su responsabilidad política, su actitud lectora, su deseo de superación, su sensibilidad social, su sentido de pertenencia, su lucha contra el conformismo y su capacidad para supeditar el interés personal y privilegiar lo colectivo. Que un diputado se enquiste 12 años en una Cámara o que un alcalde esté 6 años gobernando, no lo hace per se ni a priori más o menos profesional.

La improvisación es la falta de previsión y planeación. En los sistemas democráticos la planeación no es tarea exclusiva de un hombre, es una tarea horizontal y transversal que requiere imperiosamente contar con visión de futuro, claridad y altura de miras, objetivos y metas de mediano y largo plazo; entonces, ¿la reelección nos garantiza el desarrollo de los municipios, el crecimiento ordenado, el cuidado de los recursos, mejor calidad en los servicios? Parece que la respuesta también es evidente.

Que ahora “aprovecharemos” (nótese las comillas) la experiencia acumulada y que podrán hacer carrera legislativa como en los países de vanguardia o de las democracias occidentales; por favor, si lo que tenemos es la permanencia cuasi vitalicia de élites que acumulan bastante carrera, y lo mismo pasa en el PAN, en el PRI, en el PRD y hasta en el nuevo PRI que es Morena. Legisladores que brincan por su alto perfil de la Cámara de Diputados a la de Senadores, y luego a las Cámaras locales, y de ahí regresan, acumulando nueve, doce o hasta quince años. ¿Qué no es ya bastante carrera legislativa?

La reelección además no favorece el piso parejo. ¿Quién lleva ventaja en un proceso de reelección? Sencillo, pues quien ostenta el cargo. Tendremos a presidentes municipales coaccionando el voto, ya no sólo en favor de sus delfines como ocurre ahora, sino en su beneficio directo; presionando a su estructura burocrática para que las familias voten por ellos a cambio de mantener su puesto; funcionarios condicionando programas para que su “jefe” permanezca.

Los argumentos a favor de la reelección son endebles y falaces, y considero que no empoderan al ciudadano, mantienen las cosas exactamente como están ahora.

Si de lo que se tratase en verdad es que haya un esquema de rendición de cuentas y que los gobernantes estén evaluados realmente por sus resultados, entonces la respuesta no la encontraremos fortaleciendo el esquema de incentivos para los poderosos (eso es la reelección en nuestro contexto), sino endureciendo y clarificando el modelo de castigo para ellos. Es decir, que los corruptos, que los deshonestos, que los pusilánimes, que los que no aportan para el desarrollo de sus pueblos estén donde deben estar, ya sea en la cárcel o inhabilitados para el servicio público, y no devolviéndoles sus bienes, otorgándoles libertad, premiándolos dirigiendo algún gremio sindical, para luego incrustarlos en alguna curul.

Si lo que se pretende es empoderar al ciudadano, entonces fortalezcamos y facilitemos su participación en los asuntos públicos; abramos de verdad el camino para el referéndum, el plebiscito, la consulta popular o la revocación de mandato; estos medios son los que realmente ponen la pelota en la cancha del ciudadano…lo demás es pura quimera.