Mexicanos de segunda
19 de septiembre - 2016

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Pbro. Ranulfo Rojas Bretón

En plenas fiestas patrias en las que abunda la alegría de ser mexicanos, en las que el orgullo patriota aparece con los colores verde, blanco y rojo por todas partes; donde la música de mariachi y ahora de banda dominan las estaciones de radio, gozamos de ser mexicanos y nos engrandecemos al conocer nuestra historia.

Además estos días nos sentimos honrados al recordar a ilustres mexicanos “que nos dieron Patria y libertad”, Hidalgo, Allende, Aldama, La Corregidora, por citar a algunos. Todos ellos y muchísimos más lucharon porque México fuera diferente, porque dejáramos de ser Colonia “la Nueva España” y comenzáramos a ser un país independiente. Logro que consumó Iturbide y Guerrero en 1821 con la firma del Acta de Independencia.

Ahora todos somos mexicanos y somos libres, no hay esclavitud para los nacidos en México y aún para los que tengan la fortuna de pisar nuestra tierra. Esta tierra de libertades y de oportunidades para todos, sin distinción de sexo, de razas, de condición económica, y sin embargo, en este nuestro México siguen existiendo situaciones que están lejos de cumplir los “Sentimientos de la Nación” de Morelos, los Ideales de Hidalgo y de los Insurgentes que lucharon por hacer de esta tierra una tierra diferente.

Situaciones que en lugar de enorgullecernos debieran cuestionarnos: Los indígenas, auténticos nativos de estas tierras, siguen siendo tratados como mexicanos de segunda, los “más pobres entre los pobres”, muchos tienen que dejar sus tierras huyendo de la pobreza o la violencia y siguen engrosando los cinturones de miseria de nuestras grandes ciudades o incluso tiene que pasar nuestras fronteras; hay indígenas que antes que hablar español aprenden a hablar inglés. Mujeres que aún viven bajo el flagelo del machismo y sufren violencia al interno de su casa, mujeres que son vistas como objetos sexuales y son tomadas y esclavizadas en la trata de personas para la prostitución. Migrantes mexicanos y centroamericanos que son agredidos en territorio mexicano, que sufren robos, violaciones e incluso persecuciones como si de cacería se tratara.

Ante estas situaciones y otras cabe preguntarse, ¿De verdad no existen mexicanos de segunda? Parece que sí porque no son tratados con igual medida y sufren discriminación de muchas maneras. Pensemos en los atletas paralímpicos que nos representaron en Río de Janeiro, ganaron 15 medallas, pero ¿Alguien conoce sus nombres? ¿Son promocionados de la misma manera que los atletas que representaron a nuestro país en las pasadas olimpiadas? Realmente todos sabemos que no. Y que ellos a pesar de sus limitaciones físicas, y de que nos dan muestras de su fortaleza mental que los hace levantarse y superarse cada día. Que vencen los obstáculos no solo de su físico sino de toda una estructura que les impide competir en igualdad de circunstancias con los demás atletas ni aun así son valorados en su esfuerzo y en su compromiso con el deporte nacional, querámoslo o no, siguen siendo tomados como mexicanos de segunda.

Estos atletas debieran ser propuestos como estímulo para millones de mexicanos que teniendo todo y que no sufren alguna limitación o deficiencia simplemente no luchan por salir adelante y se conforman con rendir a medias en las actividades que realizan. Estos atletas debieran estimular el espíritu de quienes nos caemos y dejamos de levantarnos, de quienes hemos sido derrotados y en lugar de seguir luchando nos quedamos tirados llorando por nuestra mala suerte.

No conocemos sus nombres, ni siquiera las disciplinas en las que resultaron triunfadores, no recibirán grandes reconocimientos, ni siquiera los estímulos económicos que los atletas sin limitaciones recibirán por la medalla obtenida. Pero, aun en el anonimato, serán siempre un modelo de lucha y de esfuerzo que gritará desde el fondo de su ser que los límites están en la mente y que pueden tenerse limitaciones físicas pero el espíritu se puede elevar y llegar a alturas insospechadas porque para quien decide nunca frenarse no habrá nadie que le ponga límites, por más que en México no los reconozcamos y los veamos como mexicanos de segunda cuando en realidad no solo no son de segunda sino que son mexicanos de élite.