Caras vemos… capacidades desconocemos
20 de noviembre - 2015

pluma_seccion

Por Violeta Hernández Trejo

Si el día de hoy fueran las votaciones para elegir a gobernador, ¿usted a quién le daría su voto de confianza? En este ejercicio imaginario, vamos a suponer que en los comicios de junio aparecerán en las boletas Adolfo Escobar, Anabel Ávalos, Alejandro Aguilar, Noé Rodríguez, Adriana Dávila, Marco Mena, Lorena Cuéllar, Guadalupe Sánchez, Martha Palafox, Ricardo García Portilla, Rosalinda Muñoz y Serafín Ortiz.

Así, de botepronto, con la información que tiene de ellos más lo que ve de ellos y lo que habla la gente, qué le dice el nombre de cada uno, lo identifica con un rasgo característico, le genera alguna emoción… admiración, respeto, simpatía, animadversión, odio, indiferencia, desprecio, asco, sorpresa, amor, rechazo o mofa, hasta aquí, para no hacer tan grande la lista, pero seguramente que hay otras afecciones que generan los nombres ya citados.

De entrada le puedo decir que Adolfo me da hueva, demasiado apacible para la silla grande; Anabel me es indiferente, tiene agallas pero no está en su mejor momento además hay demasiada misoginia a su alrededor. Alejandro Aguilar me causa mediana simpatía, quizá no conozco demasiado su obra, dicen, quienes le han tratado, que es un hombre generoso y pacífico, pero muy colmilludo.

Noé Rodríguez tiene un gesto tan adusto que nada más verlo, genera cierto rechazo, creo que le ha faltado trabajar su imagen, se ve un poco desgastado e impositivo y eso nos trae malos recuerdos, por un simple ejercicio de asociación. Adriana Dávila, raya en la antipatía, tiene un gesto petulante y altanero que por más peinada que aparezca en las fotos, no puede ocultar, ciertos gestos delatan su carácter autoritario y eso es un tache que abona a su imagen negativa.

En esa línea se encuentra Marco Mena, regodeado en el poder que le da el partido gobernante, el hombre es muy malo para disimular y aunque quiere ser el más afable y el más simpático, le gana el hígado y las imágenes que proyecta son las de un engreído, bañado de pueblo.

Lorena Cuéllar refleja a una mujer firme, de respeto, pero autoritaria, demasiadas sonrisas hostigan, quizá la experiencia ganada la ha hecho corregir errores, sabe proyectar una imagen amigable que genera confianza pero caras vemos y formas no sabemos.   Guadalupe Sánchez me es indiferente, no ha podido despejarse del todo de la imagen de “chica palacio”, sus poses estudiadas y calculadas resultan gélidas a mi ánimo, por mucho que haya hecho su progenitor por Tlaxcala, esa fue otra historia.

Martha Palafox, como dice la canción, está en mi lista de personas a olvidar, lo poco que he visto de ella, me remonta a una actitud fría, dura, incolora, no la imagino como gobernante por más que conserve la imagen de una mujer del pueblo. Y en esa misma lista se incluye a Ricardo García, quien sin los reflectores de la campaña, se ve simple, con poca personalidad y también incoloro.

Serafín Ortiz luce como todo un intelectual, con esos anteojos que le roban la mitad del rostro, me causa respeto, pero su rostro autoritario y enjuto, y algunas poses un poco cómicas, hacen ver a un hombre que descuida su imagen.

Bueno, esa es una primera impresión, que puede cambiar, reafirmarse o borrarse, según sus equipos y las estrategias para interesar a los ciudadanos y venderlos como el mejor producto, para consumir con tiento y en pequeñas dosis, porque el empaque tendrá que ser muy novedoso, llamar la atención y atraer, aunque en el fondo solo se vendan ilusiones, porque al paso de los días, los ungidos nos muestran el cobre y la podredumbre que genera el poder, perdiendo todo atisbo de congruencia.

Al final de cuentas, de la vista nace el amor y lo que no gusta a los ojos, pues tampoco gusta al corazón, que es lo que mueve la mano del elector.

hernandeztrejov2015@gmail.com