Por Edgardo Cabrera

La “sugerencia” presidencial está, Radio Altiplano debe devolverse al pueblo para fomentar la cultura y la educación, en la única entidad donde el gobierno federal cumplió su compromiso de descentralizar las Secretarías de Estado, con la de Cultura.

Fue durante la mañanera de López Obrador donde a pregunta expresa, la mandamás fue exhibida por la entrega de un bien público a un poderoso consorcio mediático, El Heraldo, que desde el sábado 30 de septiembre explota la concesión, con todo y la infraestructura física y humana que es pagada por el erario.  

Ya lo decíamos, la entrega de la radio fue solo el principio porque la nueva titular de la dependencia anunció a los trabajadores que para enero la televisión pasará a manos del corporativo para lo cual se reducirá al mínimo los contenidos producidos por el Estado.

López Obrador no tiene la película completa, y es que no se trata de un asunto de falta de recursos económicos, como lo interpretó el mandatario nacional, sino de un acuerdo soterrado para privilegiar los intereses de un particular con la entrega gratuita de la estación y de sus bienes, al menos así lo confesó la propia mandamás cuando la entrevistaron sobre el arrendamiento.

Recordar que desde la llegada de la actual administración se castigó a la Coracyt, no se le invirtió presupuesto, se fragmentó, por un lado, entregó a un organizador y animador de bailes las estaciones, mientras que la televisión y el cine permaneció bajo el control de quien tristemente detentó por segunda ocasión el cargo, su primera incursión fue en el gobierno de Héctor Ortiz.

No es un asunto de falta de recursos ya que la Triste Historia no escatimó en despilfarrar recursos para el mundial de voleibol playero que fracasó como fuente de ingresos para el estado, aunque no como negocio para un selecto grupo; tampoco tuvieron empacho en tirar dinero público, 4 millones de pesos para vallas de acero contra las mujeres que protestan; adquirir camionetas lujosas, de millones de pesos que usa y disfruta, por ejemplo, el titular de la Secretaría de Gobierno; el millonario dispendio en adornos por cualquier festividad o conmemoración, y la lista sigue.

Por lo pronto el tema de la entrega de un bien público ya está en la mente de López Obrador que incluso “sugirió” rectificar, llamar a los empresarios heraldos, hablamos de la familia Mieres, que hicieron trato con la mandamás, además instruyó a Jenaro Villamil, presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, revisar el caso y de ser necesario capitalizar a la radio pública de Tlaxcala para que siga sirviendo al pueblo.

Recordemos que el único cuatroteísta que condenó la acción soterrada de la mandamás tlaxcalteca fue Villamil, tras considerarla lamentable y falta de ética, mientras todos los aplaudidores locales e intelectuales callaron, empezando por quienes ocupan los cargos de secretarios de Cultura federal y estatal. 

¿A POCO?

Curiosa resultó la forma cómo robaron una camioneta de lujo del gobierno estatal al titular del Icatlax, en el estado que dice su jefa es el más seguro y donde no se organizan los delincuentes; según lo que dijo a los polis que atendieron su reporte de auxilio, un comando de cinco motociclistas lo interceptaron en la comunidad de Ocotelulco en Totolac, y con armas en mano lo despojaron. A colación, no vaya a resultar que la unidad aparezca mal estacionada por ahí, porque quienes atendieron la llamada también dieron cuenta que no se le entendía bien lo que decía el funcionario por estar en “estado inconveniente”.