Déficit democrático y formación ciudadana
12 de octubre - 2022

Por Felipe Hernández Hernández

En un país con déficit democrático resulta relevante formar a ciudadanos que sean agentes de cambio, que puedan movilizarse y exijan a los gobernantes y a los representantes populares la satisfacción de las necesidades colectivas.

El término déficit democrático se ha utilizado para referirse a las organizaciones o países que no desarrollan mecanismos democráticos, pero también se refiere al hecho de que las instituciones y sus procedimientos de toma de decisiones pueden carecer de democracia y responsabilidad generando una percepción de que son inaccesibles para el ciudadano común quien no se siente representado.

La sensación de que los ciudadanos son incapaces de influir en las decisiones que toman los gobernantes y los representantes populares les producen desánimo, indiferencia y desatención por la participación en los asuntos colectivos y para exigir el cumplimiento de las funciones públicas.

En el caso de México este déficit se puede observar en distintos aspectos de la vida social, por ejemplo, en las elecciones federales, donde si bien se ha incrementado el número de electores y de votantes, por otro lado, ha disminuido en términos porcentuales la asistencia a las urnas: en el 2018 votó el 63.3% de la lista nominal, mientras que en 2021 fue de alrededor del 52%, pero en 1994 lo había hecho el 77.1%.

Este déficit también se presenta en las organizaciones sindicales cuando toman decisiones sin consensuar con la base trabajadora, ni siquiera para elegir a quienes los van a representar y mucho menos en las negociones laborales.

Otro espacio donde se observa este déficit es en los centros escolares donde en repetidas ocasiones los docentes señalan la baja participación de los padres de familia, dado que muchas veces los padres solo asisten a la primera y última reunión y reflejan una falta de involucramiento en otras actividades importantes como participar de manera voluntaria en el mejoramiento de la escuela, ayudar a los hijos con la tarea y animar los logros de los hijos.

Estos ámbitos, político, laboral y educativo, sin ser los únicos reflejan la baja participación de los individuos en los asuntos públicos. En el primer caso se podría decir que la responsabilidad es de los partidos políticos, en el segundo de los propios sindicatos y los trabajadores, y en el tercero de las escuelas y los docentes. Sin embargo, desde una mirada más amplia se puede aseverar que este déficit democrático se produce debido a la falta de una ciudadanía activa, participativa, interesada en los asuntos colectivos y con razón práctica que le permita tomar decisiones en su comunidad.

El concepto de ciudadanía se concibe actualmente como un estatus (posición o condición) en el que se solicita, define y posibilita el acceso a los recursos básicos para el ejercicio de sus derechos ciudadanos. Si se accede a esos recursos la ciudadanía se materializa. En el caso contrario, se produce lo que algunos teóricos han llamado el “déficit de ciudadanía” (Moreno, 2003), es decir, en una situación en la que se tiene el derecho, pero no se alcanzan sus beneficios.

Dado que los individuos no nacen siendo ciudadanos, surge la necesidad de una formación para la ciudadanía que le permita al individuo adquirir las competencias cívicas, los valores democráticos y la participación social. Conviene recordar a Fernando Savater quien decía, los demócratas no surgen de las piedras naturalmente, como las flores silvestres, hay que cultivarlos, hay que formarlos, darles unos principios elementales. La democracia es ante todo una máquina de crear demócratas.

Esta formación ciudadana debe propiciar la reflexión y sensibilización sobre la importancia de la convivencia y el ejercicio de una ciudadanía activa, democrática, sobre el respeto al otro y a la naturaleza, a la solución pacifica de las controversias, a la aceptación de la diversidad de todo tipo y al rechazo de cualquier forma de discriminación, pero también para comprender los derechos y obligaciones que el individuo tiene dentro de una sociedad.

En este sentido el ciudadano será capaz de argumentar sus demandas, sus intereses y necesidades sociales, a la vez de entender el razonamiento de los demás, el planteamiento de los otros y exigir la realización efectiva de los derechos y no solo su promulgación legal.

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