REPRESOR
16 de mayo - 2022

Por Edgardo Cabrera

El gobierno de Cuéllar y su triste historia sigue acumulando hechos de represión, aplaudidos por sus focas y plumas ladinas.

La primera acción intolerante ocurrió el pasado 8 de marzo contra colectivas que se movilizaron en el marco del día internacional de la mujer, la víspera trataron de intimidarlas al ponerles barreras físicas y forrar de plástico los inmuebles, el día de la protesta no tuvieron empacho en mandar a policías varones con equipo antimotines.

La postura oficial difundida en sus medios pagados arremetió contra las manifestantes: ellas fueron las violentas, quienes causaron daños irreparables al patrimonio histórico (contradictoriamente, en cuestión de horas fueron reparados) y, además, “se lo tenían merecido”. Así fue la agresión.

Y siguieron los actos del Estado contra las protestas, en pleno torneo de voleibol playero, a las mujeres las cateaban para poder cruzar por el centro o entrar al evento.

Un mes después fue acallada otra protesta más, fue la de los familiares que demandaron al gobierno dejar de simular y coadyuvar en la búsqueda y localización de la joven Ana Laura, aquí utilizaron el engaño para llevarse a los quejosos de Palacio de Gobierno -donde Cuéllar tenía un evento-, a las instalaciones de la PGJE donde les dieron atole con el dedo.

La historia ya la conocemos, la joven sigue sin aparecer y, por el contrario, el estado asesinó a un implicado en el caso.

ENCUBIERTO 

En mayo modificaron su modus operandi contra los manifestantes, ahora además de los macanazos, gases lacrimógenos y el engaño, ocupan a un mando policíaco vestido de civil, Guadalupe Ballesteros, para sorprender a los inconformes, ubicar al líder, sustraerlo, privarlo de su libertad, intimidarlo y después soltarlo “blandito” para que desactive la protesta.

Eso ocurrió la semana pasada cuando un grupo de trabajadores de la salud cerraron la vialidad entre Tlaxcala y Texmelucan, en protesta porque fueron excluidos de las contrataciones del recién creado IMSS-Bienestar.

Los empleados, hasta con 12 años de experiencia, lo único que pedían era trabajo, seguir con una fuente de ingresos para sus familias, a cambio los toletearon y privaron de su libertad a varios que encabezaban el movimiento, denuncia que llegó a la máxima tribuna del estado. 

Y en eso de la represión, el último capítulo se vivió la semana pasada, cuando de nuevo Ballesteros, vestido de civil, so pretexto de causar afectaciones al tránsito, sustrajo a quien encabezaba una manifestación de jóvenes en el centro que pedían apoyo del gobierno. 

El dirigente, Javier Torres fue doblado a golpes, lo subieron a una patrulla y lo retuvieron cerca del Cereso de Tlaxcala, minutos después lo regresaron al centro, lo metieron al Palacio y lo obligaron a llamarle a los jóvenes para que suspendieran la protesta a cambio de su libertad y de montar una falsa mesa de diálogo en la que no hubo ningún convenio, solo promesas de futuros acuerdos.

Recordemos, Ballesteros, ex guarura de Cuéllar, el mismo que con Mariano González Zarur emprendió una manifestación en demanda de crear un sindicato de policías con él a la cabeza. 

Como la ley no permite el sindicalismo dentro de los cuerpos policiacos se frustró su plan, ahora, una década después fue impuesto como mando, olvidó el corporativismo para no generarle ruido a su patrona, pero ahora es aprovechada su “experiencia” para reventar las protestas.