Por Edgardo Cabrera

De aquella comparecencia “histórica”, según los matraqueros de la 4T, que tuvo el secretario de Gobierno en el Congreso, la realidad sigue lapidaria de sus dichos.

Recordemos que entre tantas barbaridades que mencionó hubo dos que no deben pasar desapercibidas ni ser olvidadas: la primera, cuando reveló a los delincuentes (siempre atentos de la información) que la mitad de los municipios carecen de armamento para sus policías, uno de ellos, Zacatelco, punto estratégico del sur del estado.

La segunda pifia fue al negar la existencia de delincuencia organizada en Tlaxcala, pese a que la prensa especializada y el Gabinete de Seguridad sí colocan a la entidad con presencia y operación de uno de los carteles del narcotráfico.

Pero no solo eso, la operación de grupos de tratantes de personas con fines de explotación sexual se documenta, no solo en la prensa, sino en libros basados en investigación y testimonios, como el de Evangelina Hernández Duarte, titulado: Tenancigo, Tierra de padrotes, que en 2015 reiteró que siguen operando redes instaladas décadas atrás y que, con todo y algunas detenciones, se ha documentado que su actividad prevalece. 

Las actuales redes no solamente tejen lazos en diversas entidades del país como la Ciudad de México, sino en ciudades de Estados Unidos como Atlanta, Nueva York, Los Ángeles y Denver, lo mismo envían al norte a las víctimas, que las explotan y después el dinero obtenido ilicítamente lo mandan a Tlaxcala, todo ello mediante una bien estructura red.

A lo anterior se suma la operación de huachicoleros, incluso, ante su presencia, el gobierno estatal ofreció a Pemex poner a su disposición uno de los dos helicópteros para destinarlo a patrullajes aéreos y proteger los ductos. A la lista de la delincuencia bien organizada se agregan los denominados “colombianos” que operan ofreciendo préstamos impagables, o las bandas que operan en el Carmen Tequexquitla con el robo al autotransporte.

¿Dónde vivirá don Sergio González?, es claro que su mundo no se parece a Tlaxcala donde la delincuencia organizada es una realidad y, desafortunadamente, nos da muestras todos los días.

SIN PIES NI CABEZA

A los priístas se les aguó la fiestecita, se les fue febrero y no alcanzaron los consensos para nombrar a su nuevo dirigente estatal, la unidad fracasó, se le complicó al diputado federal Mariano González Aguirre hacerse de la presidencia del decadente partido.

Es cuestión de horas para que prorroguen la convocatoria para que sesionen sus órganos de gobierno e inicien con el proceso correspondiente.

Varios factores los llevaron al fracaso, para ellos febrero fue el mes del desamor, el principal, la negativa del líder nacional Alejandro Moreno “Alito” a remover a la delegada del CEN, Yolanda González, aunque varios liderazgos se lo demandaron, entre ellos la coordinadora parlamentaria, Blanca Águila, y la ex candidata a la gubernatura Anabell Ávalos.

El tema no es menor, a ojos vistos doña Yolanda tiene fuertes lazos afectivos con algunos miembros de la familia de la gobernadora morenista, Lorena Cuéllar, por tanto, su imparcialidad y afinidad con el tricolor tlaxcalteca está en tela de duda.

La segunda gran razón, es la exigencia de que el aspirante a dirigir los destinos del otrora partidazo se dé un baño de pueblo, que baje a las estructuras a hacer campaña interna, que reciba las quejas y lamentos de los tricolores traicionados por aquel que entregó la gubernatura a Morena, y, por tanto, que reciba los reproches por imponer a Marco Mena como candidato. Se equivocaron, es la voz. Lo dijimos a principio de febrero, una cosa es la fotografía, otra la realidad que siempre termina por alcanzarlos.