28 de julio - 2021
Por Edgardo Cabrera
Tuvieron que pasar dos décadas para que por fin la historia, o en este caso, la UNESCO, le hiciera justicia a Tlaxcala al declarar el Conjunto Conventual Franciscano y Catedralicio de Nuestra Señora de la Asunción como Patrimonio Mundial.
Los capitalinos lo conocemos simplemente como el ex convento de San Francisco, y hasta antes de la pandemia, sede dominical y sabatina de decenas de confirmaciones y primeras comuniones; en el templo lo mismo se oficia misa semanal por el obispo, que sirve de museo o ha sido utilizado como recinto de conciertos.
Para quienes no son católicos, incluso para la mayoría de los fieles, el conjunto religioso pasa inadvertido, es parte de la cotidianidad y por ello tan poco valorado, hay quienes ignoran que al lado hay un museo.
No fue así para el Comité del Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Durante más de veinte años los gobiernos y tlaxcaltecas amantes de la historia han trabajado para lograr el manto protector internacional que permita preservar para la posterioridad y la humanidad la riqueza del inmueble construido entre los años 1525 y 1527.
En el sexenio de Alfonso Sánchez Anaya, siendo titular del Instituto Tlaxcalteca de la Cultura, José Antonio Aguilar Durán, se quedaron cerca de conseguir la denominación, el tiempo y las circunstancias, incluso el contexto político, impidieron alcanzar la meta, pero se avanzó en la conformación del extenso expediente que detalla la riqueza histórica y cultural de San Francisco.
Parte del trabajo incluyó el rescate de zonas terriblemente dañadas por el tiempo y sus inclemencias, la techumbre fue una de ellas, pero decenas de obras pictoricas también implicaron tiempo, esfuerzo y mucho dinero del municipio, estado y federación, incluso hubo fondos internacionales para ello.
Parte de esos recursos enviados desde el extranjero vinieron de España, no olvidemos que en noviembre del año 2000 la reina Sofía de España visitó Tlaxcala, recorrió el Conjunto Conventual Franciscano y Catedralicio, se maravilló y sorprendió por la riqueza que albergaba, pero también constató cómo se invirtieron esos fondos destinados por la corona.
DEUDA
A partir de este martes, el monumento se suma a la ruta conocida como ‘Primeros monasterios del siglo XVI en las laderas del Popocatépetl’, la cual incluye 14 inmuebles conventuales de valor excepcional (11 en Morelos y tres en Puebla), construidos por las órdenes dominicas, agustinas y franciscanas.
Pero el de Tlaxcala, sin demeritar a los demás, fue el primer monasterio del valle poblano tlaxcalteca, y uno de los tres primeros en el Nuevo mundo, fue la sede del primer Obispado de la Nueva España y la primera Catedral en tierra firme del Continente.
Ese pequeño fragmento de la geografía es cuna del mestizaje, de la Nación y el inicio de la evangelización y culturización de lo que hoy conocemos como México y más allá de nuestras actuales fronteras, al norte y sur de América.
Para quienes, a pesar de todo lo anterior, aún no comprenden la importancia de lo que ocurrió hoy, hablamos que la declaratoria de la UNESCO significa resarcir una deuda con el pasado y la identidad de los tlaxcaltecas, de ese tamaño.
Por cierto, la propuesta del monumento tlaxcalteca “es la única que presentó México en esta ocasión y para ello se elaboró un expediente técnico ampliamente documentado, así como el Plan de Gestión del sitio, lo anterior en apego a la normativa indicada en las Directrices prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial”, se destaca en el comunicado oficial emitido por la Secretaría de Cultura federal.
Y mientras tanto, los levantadedos pierden el tiempo “declarando” los matachines y tamales de otro sabor y municipio, con denominaciones patito…