El nombramiento en la CNDH
19 de noviembre - 2014

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Senadora Adriana Dávila Fernández

Las imágenes que ahora son parte de lo cotidiano, de la “normalidad” nacional, fotografías y videos, reflejan tres hechos que nos llenan de vergüenza colectiva; descomposición del tejido social, complicidad de las autoridades encargadas de garantizar el orden y por desgracia, el aumento desmedido de la impunidad.

Los medios de comunicación y  las redes sociales nos han hecho partícipes de eventos que revelan alteración social,  del dolor, así como la insospechada capacidad del ser humano para lastimar con crueldad, matar y -literal- desaparecer cualquier rastro de vida. Todos estos acontecimientos reflejan una crisis de derechos humanos.

Hoy en el plano social, los mexicanos nos encontramos divididos, enojados y con impotencia. Víctimas y afectados presentan la crudeza de la debilidad institucional, que dan espacio para la frustración, el rencor y la posible venganza social. Ante un Estado débil o ausente, la impunidad se hace presente y la víctima es la legalidad.

En este complejo, difícil y crispado marco social, los Senadores fuimos convocados a discutir y votar la terna para elegir al titular de la CNDH.  Después del análisis –perfil, conocimientos y trayectoria- de cada uno de los 22 candidatos que cumplieron con los requisitos establecidos en la convocatoria para elegir o renovar la titularidad de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitida por el Senado de la República; de un proceso público en cada una de sus fases, con disposición para escuchar las aportaciones que hicieron las organizaciones promotoras y defensoras de los derechos humanos, desde la sociedad civil y de brindar en los hechos, igualdad a cada participante. El pasado 13 de noviembre se sometió la terna integrada por Sara Irene Herrerías, Mauricio Farah Gebara y Luis Raúl González  Pérez.

Con plena responsabilidad, en el Senado de la República optamos por la construcción de un acuerdo legislativo -avalado por la mayoría de los parlamentarios- que no sólo diera solidez al nombramiento, sino que contribuyera al necesario proceso de pacificación y reconciliación social por la vía del fortalecimiento institucional y el respeto a la legalidad.

Para el Grupo Parlamentario de Acción Nacional, son retos fundamentales para el nuevo titular de la CNDH; primero, recuperar la confianza de los ciudadanos, de las víctimas y de la sociedad en su conjunto.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos debe ser una institución capaz de dar respuesta oportuna y pronta a cada una de las situaciones que han vulnerado los derechos humanos en México.  No es posible que organismos internacionales señalen cada vez más observaciones en esta materia. Ello indica que hemos sido rebasados por la crisis de derechos humanos en la que vivimos.

En segundo lugar, establecer el estado de derecho, la defensa y protección de los derechos humanos, los que sólo son posibles cuando se respeta la ley, sin simulaciones. Reforzar el trabajo preventivo de la CNDH debe ser una de las prioridades de la institución. Pero también es necesario reconocer que la CNDH no puede, no debe y no va a sustituir instituciones de las distintas esferas del poder público que tienen también una responsabilidad en la materia.

Tercero, la CNDH como organismo autónomo requiere de una persona comprometida, independiente, con capacidad de decisión.  Su titular no puede otorgar licencias de tolerancia, bajo ninguna circunstancia para el vandalismo creciente disfrazado de protesta social que afecta a los demás; y mucho menos debe solapar, disculpar u omitir señalamientos a las autoridades que no cumplan con los mandatos constitucionales establecidos en la Reforma de 2011.

Cuarto, ser sensible ante legítimas demandas, sin que ello implique ser rebasado por las manifestaciones de repudio que alteren, violenten, o peor aún hagan cómplice a la autoridad encargada de la seguridad pública. El dolor, la indignación y la protesta no pueden ser pretexto para destruir, denigrar, ni robar; eso sencillamente es vandalismo.

En quinto lugar, exigimos también un ejercicio profesional al margen de apetitos políticos, filias o fobias; debe deslindarse especialmente de servilismos para aplicar la Ley con justicia y garantizar los derechos humanos a todos los mexicanos.

El acuerdo mayoritario en el nombramiento (97 votos a favor de su candidatura), sin duda lleva un mensaje de esperanza que busca ubicar a los derechos humanos, la defensa, garantía y respeto, como una prioridad nacional: vida, libertad y libre desarrollo de la personalidad. Pero también el compromiso y la responsabilidad de encontrar la verdad en todos los hechos que afecten y lastimen los derechos humanos, sancionar a los responsables, reparar en la medida de lo posible el daño a las víctimas y afectados, pero sobre todo erradicar aquello que genera este dolor humano.

El Dr. Luis Raúl González debe reconocer que la CNDH no arranca de cero. Hay trecho recorrido, camino construido. Debe rescatar los aspectos positivos de la administración saliente. Es innegable la necesidad de revisar la estructura institucional, rescatar el trabajo que ha dado frutos positivos, corregir aquello que amerite cambio a fin de reorientar los esfuerzos institucionales.

En Acción Nacional promoveremos la conformación de un Observatorio legislativo en materia de derechos humanos, para dar seguimiento a las acciones  que la CNDH emprenda a partir de este nuevo ciclo.

En términos generales, respetar los derechos humanos no solo es respetar la ley; es toda una forma de pensamiento que debe permear en nuestro sistema social. Incluso ante la ausencia de leyes, tenemos que respetar la dignidad humana y el bien común.

La credibilidad  institucional sólo se logrará cuando se respete la Ley, cuando se defiendan y se procuren los derechos humanos. En la construcción de instituciones sólidas y fuertes,  todos somos corresponsables.

Enhorabuena y éxito en la gestión del Dr. Luis Raúl González Pérez.