Holocausto Mexicano
10 de noviembre - 2014

ranulfo_rojas

Pbro. Ranulfo Rojas Bretón

Escuchar el viernes 7 de noviembre al Procurador de la República Jesús Murillo Karam en la conferencia de prensa sobre los resultados de las investigaciones  de la desaparición de los 43 normalistas que va desde el 26 de septiembre, me hizo sentir estar viviendo una realidad que ya podríamos creer de la historia del siglo pasado y de pronto resulta que no solo no es historia sino que es presente y que sucede aquí a unos centenares de kilómetros.

A reserva de creerle o no al Procurador, de aceptar sus “avances” de investigación, su presentación de videos, de “recreación de hechos”, las declaraciones de los “supuestos participantes” ya presos y de la insistencia de que se hizo todo conforme a derecho, con presencia de su abogado y con permiso del mismo, con organismos de derechos humanos. En fin, con todo aquello que puso como presupuesto, aún con todo eso el margen de credibilidad es muy poco. Cada uno puede hacerse sus propias conclusiones y mantener sus propios prejuicios. Yo me quedo con dos lemas, uno como dijo Santo Tomás “hasta no ver no creer” y el otro con el lema de todos: “vivos se los llevaron, vivos los queremos”. Por tanto, me mantengo solidario y con la esperanza de que mientras no nos presenten pruebas contundentes, la esperanza de verlos vivos seguirá en mí.

De hecho la credibilidad no es el fuerte en estos casos, se presta más al rumor y a lo que se dice: Se dice que la aprehensión de Abarca es un montaje, que la misma conferencia del Murillo Karam presenta varias contradicciones, que los comunicadores le señalaron puntos en los que se sintió incómodo, que contradijo otras declaraciones que había hecho, que no presentó pruebas contundentes ni conclusiones firmes, que ha administrado la información, que sigue una táctica dilatoria, que no se sabía nada de las aprehensiones  ni de las recreaciones, en fin, todos quedamos además de tristes, molestos y confusos. Para rematar, se le ocurre soltar la expresión: “ya me cansé”. Y luego la aparición poco afortunada del Presidente Peña Nieto que en lugar de ofrecer un mensaje con motivo de lo afirmado por el procurador y de hacerlo privado, se le ocurre tomar el foro de la reunión de industriales y ahí disculparse por no asistir a la comida explicando las razones  motivadas por la conferencia del procurador y ponerse a enaltecer la labor de la Procuraduría y a lamentar los hechos de la investigación, total, la gente ahí presente, -tal vez fuera de contexto- se le ocurre aplaudir cada frase del presidente, todo se fue a tierra pues a quienes seguíamos los hechos nos quedó más molestia por lo inoportuno del momento. ¿No tendrá asesores el Presidente para decirle cómo y cuándo hacer declaraciones?

Bueno dejando de lado todo esto, cada que iba declarando el procurador y ayudándose de los videos, -cosa que también salió mal- se iba formando un nudo en la garganta de un servidor, seguro que lo mismo pasaba en muchos de los que seguíamos la conferencia, el relato era como estar leyendo los hornos de Hitler o estar viendo la cinta “Schindler list” o todo aquello que sabemos del holocausto judío. El ser llevador como dijeron que llevaban a estos jóvenes –los supuestos estudiantes- ahí en camionetas hacinados como los judíos en los vagones del tren, también muchísimos judíos llegaban muertos a los campos debido a la asfixia que provocaba el hacinamiento en los vagones. Por eso, el escuchar a los presuntos sicarios el decir “algunos llegaron ya muertos asfixiados” y “los íbamos amontonando”, “los agarrábamos uno de las manos y otro de las patas y así los íbamos aventando a la barranca” “los acomodábamos así y los otros de esta manera en la plancha” y luego “les arrojamos llantas, gasolina, diesel, plástico, leña y comenzamos a quemarlos” “estuvieron ardiendo por doce horas” “no dejamos que se acabara la lumbre” “ya luego recogimos las cenizas y rompimos los huesos” “echamos las cenizas y los huesos en bolsas negras y los arrojamos al río”. Todo eso parecía no del siglo XXI y menos de México. Parecía sacado de las mentes perversas de las SS del Nazismo.

Ahí en la barranca que sirve de basurero en Cocula, ahí estuvo el nuevo Auschwitz, Dachau, Treblinka, Sachenhausen, quemando al aire libre a muchos jóvenes. Quién sabe si tal como pasaba en los pueblos vecinos de los campos de exterminio, cada vez que veían las chimeneas vomitar humo y el olor a carne humana quemada, también allí cerca de Cocula había gente llorando y rezando dolida por la atrocidad que sabía pasaba en ese horno crematorio.

¿Qué tan bajo hemos caído? “el Pato”,  “el Jona”  “el Chereje” “el Terco” “la Rana”, hablan de lo que pasó como si relataran alguna actividad laboral, como si no se trataran de personas –siempre suponiendo que sea verdad lo que expresan los videos, porque para lograr con los cuerpos los efectos que alcanzaron, como el casi desintegrar los huesos, hay muchos interrogantes-. Apenas si se puede creer en la dureza de mente o de corazón para estar haciendo lo que hicieron sin sentir  en menor escrúpulo. El haber ya perdido todo tipo de conciencia, debe preocupar a todos. No se puede hacer todo lo que relataron y estar tan tranquilos como si hubieran dedicado esas horas a hacer carbón llegando incluso a quemar sus mismas ropas para no dejar indicios de nada. Eso de ponerse a meter en bolsas las cenizas, romper los huesos que quedaron sin sentir nada me parece abominable. Todo esto de ser cierto es patológico.

Por el bien de todos ojalá que no sea cierto y que se trate de un montaje, porque si esto es verdad, todo habrá cambiado, el México Bárbaro de John Kenneth Turner parecerá un cuento de Hadas, y de aquí en adelante México será otro. Habrá quedado una herida difícil de cerrar y cuya cicatriz será un reclamo a la conciencia de cada uno, cada día. El antes y después de Ayotzinapa para México y sus actores será una cruz pesada de cargar y cuyos efectos aún son imprevisibles. Por lo pronto sigamos expresando: “vivos se los llevaron, vivos los queremos”.