Getsemaní
30 de marzo - 2015

ranulfo_rojas

Pbro. Ranulfo Rojas Bretón

La pasión de Jesús es muy dramática y un pasaje que me ha impresionado siempre es el momento conocido como la oración en el huerto. Ahí en Getsemaní aparece un Jesús demasiado humano en el que se llena de “terror y angustia” según expresa el evangelista Marcos y Lucas expresa que “su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían por tierra” tan así que les expresa a sus discípulos: “mi alma está triste hasta el punto de morir”.

Angustia y terror son expresiones que para quienes las hemos experimentado muestran el nivel de humanidad en la persona. Hay quienes viven experiencias de angustia y desesperación por muchas razones: una enfermedad muy grave, la muerte de alguien, alguna deuda casi impagable, etc. En el caso de Jesús su terror y angustia son fruto de la conciencia de futuro.

En varias ocasiones habló de su pasión, lo hizo en el monte de la transfiguración; lo hizo camino a Jerusalén cuando Pedro intentó disuadirlo y fue reprendido con un “apártate de mí satanás. Tú piensas como hombre y no como Dios”. Parece que la conciencia de pasión era algo muy presente pero como todo en la vida, una cosa es decirlo y otra ya enfrentarlo y para Jesús enfrentar la pasión no fue algo ni fácil ni sencillo.

Hubo en el pasado pensadores que afirmaban que Jesús padeció de manera ficticia y con ello crearon la herejía del nestorianismo que afirmaba dos naturalezas separadas en Cristo, la divina y la humana, según ésta, Cristo habría padecido como hombre pero no como Dios y por tanto, el padecimiento y sufrimiento solo serían del hombre Jesús. Contrario a la doctrina católica del padecimiento de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre pues la unión de naturalezas divina y humana en Jesucristo es una unión hipostática o sea, esencial e inseparables. Así que el padecimiento de Jesucristo es como Dios y como hombre.

La angustia y el terror es de Jesucristo y por eso el grado de desesperación es mayor. Solo Lucas escribe que “un ángel bajó a confortarlo”. Enfrentar la pasión hace sentir a Jesús una soledad y una inquietud. Tal vez se trate de uno de los momentos de oración más complicados de Jesús. En otros casos se le ve a Jesús en oración y experimentando tranquilidad. Pasa noches completas de oración y regresa a unirse con el grupo totalmente descansado, ha estado con su Padre. Ahora en Getsemaní, no hay quietud, le cuesta encontrarse con el Padre, deja a un primer grupo a distancia y solo se lleva a los tres cercanos, Pedro, Santiago y Juan, pero llegando más dentro del huerto, deja a los tres y les pide que: “velen y oren para no caer en tentación” y se aleja de ellos como a unos 50 metros.

La tristeza de muerte, la angustia y el terror invaden a Jesús que en su oración busca la forma de salir de esta situación y recurre a su Padre para decirle: “Padre tú lo puedes todo, si quieres aparta de mí este cáliz, pero que no sea como yo quiero sino como quieres tú”. Su inquietud no lo deja y va a ver a sus discípulos en espera de solidaridad y tal vez su tristeza se aumenta al ver que ellos duermen: “¿No han podido velar ni un hora conmigo?”. Vuelve a dejarlos y se adentra nuevamente a orar dirigiéndose a su Padre igual que lo había hecho antes pidiéndole ser librado de la muerte pero convencido de que debe cumplir la voluntad del Padre.

Por segunda vez regresa con sus discípulos y los vuelve a encontrar dormidos. Ahora ya regresa decidido, la tentación de Getsemaní ha pasado y ahora regresa ya fortalecido. Sabe que su Padre ha decidido sacrificarlo y que no lo abandonará, Él estará presente y podrá cumplir las profecías de los profetas y especialmente de Isaías en su llamado “cuarto cántico de Yavhé”.

Getsemaní, el lugar donde a menudo iba Jesús para encontrarse con su Padre, el lugar donde descansa espiritualmente, el lugar de reflexión y discernimiento ahora es el lugar del terror y angustia. Pero también el lugar del dolor y del abandono. Mientras él sufre de soledad interna, sus cercanos lo abandonan y lo dejan luchando mientras duermen. Getsemaní es el lugar del abandono y la soledad, es el lugar donde se concreta la traición y donde se vive en la oscuridad de la noche el abandono del amigo.

En Getsemaní llega el discípulo traidor creyendo que Jesús no sabe de sus planes y como si ofreciera su cariño y afecto, lo besa llamándole “maestro”. ¿A quién se le ocurriría dar como contraseña de una traición un beso? Judas habría dado esa indicación: “aquel a quien yo bese ese es”. Ya Jesús con profundo dolor había dicho en la cena: “uno que moja su pan en mi plato me va a entregar”. Tal vez no esperó recibir de Jesús la expresión que narra Lucas: “¡Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre!” tal vez esa expresión fue tan dura para Judas que habría calado hondo y cuando se dio cuenta de lo irreversible de su acción no pudo superar su desesperación y se colgó. Mateo todavía pone en labios de Jesús la expresión del Maestro hacia Judas llamándole: “amigo”. Debe ser doloroso que alguien a quien traiciones todavía te llame “amigo” y Judas habría entendido inmediatamente que alguien que lo amaba y quien lo consideraba su “amigo” estaba siendo apresado traicionado por él.

Getsemaní es el huerto donde se experimenta el abandono de Dios; el abandono de los amigos que huyeron tan pronto atraparon al maestro, apenas se esboza una leve resistencia y defensa cuando Pedro toma una espada y de un tajo corta la oreja del criado del Sumo Sacerdote, defensa que es frenada por el mismo Jesús diciéndole a Pedro: “guarda la espada porque el que a hierro mata a hierro muere” mientras cura la oreja herida.

Getsemaní es el huerto donde se experimente el dolor de ser traicionado y vendido por el amigo. Por unas cuantas monedas se cambian los principios, los valores tan profundos como el amor y la amistad.

¿Quiénes no hemos llegado a experimentar nuestro propio Getsemaní? ¿Quiénes no hemos sentido el abandono de Dios y el abandono de los cercanos, de los que juraron estar ahí contigo, junto a ti, en las buenas y en las malas? Getsemaní es una realidad tal vez cruel pero presente en la vida de muchos.