El veto ganadero
30 de noviembre - 2014

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Por Gerardo Orta

La semana pasada nos enteramos que la ganadería queretana de Jaral de Peñas fue vetada cuatro años para ser presentada en la plaza de toros de Guadalajara, una de las más exigentes de la república mexicana.

En esa plaza se exige el toro de verdad, con edad, con trapío, sin manipulaciones o engaños a la afición.

En esa taurinísima sede, la gente exige el íntegro espectáculo, no acepta que le tomen el pelo como ocurre en muchas otras plazas, incluida la Monumental Plaza México. De los fraudes en Tlaxcala, mejor ni hablamos.

En Guadalajara se aplicó la ley y el reglamento taurino de la Nuevo Progreso.

Después de los estudios post mortem comprobaron la manipulación del diamante de los cuernos de los toros lidiados en la corrida del ocho de febrero, en la que partió plaza el francés Sebastián Castella, el español Alejandro Talavante, y los mexicanos Octavio García “El Payo” y Juan Pablo Sánchez.

Los toros lidiados con las astas rasuradas fueron los marcados con los números 139, 169, 175, y 143. La mitad de la corrida, alterada en su integridad física. Dos de los toros fueron para el español, uno para “El Payo” y otro más para Juan Pablo.

La noticia quizás causó sorpresa entre la afición, pero siendo objetivos, me parece que no es una novedad que se haya realizado esta práctica sobre la integridad de las armas de los toros.

La sanción no sólo debería recaer sobre la ganadería, sino también en los toreros, pues seguramente sabían de la trampa.

Esa práctica ha sido recurrentemente utilizada como argumento por los sectores contrarios a la práctica taurina.

Pero no sólo esa, también argumentan alteraciones en los ojos y testículos de los toros para reducir su rendimiento. ¿Leyendas urbanas o realidades? En esta fiesta tan corrompida, ya no se sabe.

Con ello se comprueba una vez más, para mal de la fiesta, que los verdaderos antitaurinos se encuentran dentro de la fiesta. Así no se puede defender a la más bella de todas las fiestas.

En sus años mozos, David Silveti hacía referencia a las trampas cometidas en las plazas de toros. En una ocasión, ofreció a la afición el reembolso de cada peso pagado por un boleto en caso de que se comprobara que los cuernos de sus toros habían sido alterados.

David Silveti practicó el toreo verdad, sin mentiras ni ventajas para el torero.

En su libro El Torero Verdad, el periodista Heriberto Murrieta dedica un capítulo al afeite de los cuernos de los toros.

“Los toreros que mandan afeitar sistemáticamente los cuernos de los toros que van a lidiar se valoran muy poco. El toreo supone un riesgo, en toro íntegro y un hombre íntegro. En una corrida lo primero que hay que ver siempre es al toro para luego juzgar la labor del torero y si de entrada los cuernos del toro están afeitados, el mérito de lo que haga el torero sufre una sensible disminución”.

Siempre lo he sostenido, ir a una corrida de toros sin presencia y sin edad, es equivalente a ir a un concierto de su artista favorito y que le presenten al doble de éste. Un auténtico fraude.