Vapuleadas
19 de mayo - 2014

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Adriana Dávila y Leonor Romero resintieron la fuga de aliados, la operación política de Moreno Valle y la decena de alcaldes unidos en torno a Gustavo Madero, dio como resultado que arrasaran en la votación. Ahora los maderistas en Tlaxcala se enfrenta a un problema interno: la disputa por el control de la dirigencia estatal

Por Edgardo Cabrera

La senadora Adriana Dávila y la diputada federal Leonor Romero resintieron la fuga de aliados, la operación política de Moreno Valle, así como la decena de alcaldes unidos en torno a Gustavo Madero, hoy reelecto como presidente nacional del PAN.

Las impulsoras de Ernesto Cordero fueron vapuleadas por sus contrarios que lograron agenciarse la mayoría de los votos tlaxcaltecas. Leonor fracasó rotundamente como coordinadora estatal de la campaña del senador.

Ex adrianistas, incluso algunos que ahora forman parte del gobierno estatal priísta, trabajaron contra Cordero y sumaron a varios de sus amigos dentro del PAN a la causa de Madero en municipios como Apizaco, Calpulalpan, Zacatelco, Yauhquemehcan, Tlaxcala, Tlaxco y Tetla.

Si bien la nueva dirigencia nacional durará 15 meses, y por tanto no tendrá injerencia directa en la elección del candidato a la gubernatura, es innegable que en dicho lapso minarán el camino a los corderistas e impulsarán una figura afín al grupo del reelecto.

Arranca otra pugna

Ya con líder nacional, el bloque afín a Gustavo Madero en Tlaxcala se enfrenta a un problema: la disputa por el control de la dirigencia estatal, la lucha por las candidaturas y el abanderamiento a la gubernatura.

Hay dos liderazgos maderistas visibles: el de Aurora Aguilar y el de Adolfo Escobar. De lograr ponerse de acuerdo afianzarán su bloque, de lo contrario los adrianistas les pueden dar la vuelta.

Aún sería aventurado dar por muerto a alguien.

Mala experiencia

Y ya que estamos con este tema, vaya lección que tuvieron ayer los panistas al realizar la elección de su dirigente nacional mediante el voto directo a la militancia.

Al cierre de la semana se multiplicaron en todo el país las quejas de maderistas y corderistas acusándose mutuamente de actos mapacheriles.

En Zacatelco, el ejemplo cercano, el viernes comenzó a circular en las redes sociales un video de un muchacho que fue sorprendido por simpatizantes de Gustavo Madero al momento en que entregaba un horno de microondas a nombre de Ernesto Cordero.

El video dio nota, se reprodujo en medios de comunicación locales y más tarde llegó hasta a la prensa nacional.

Días antes los corderistas tlaxcaltecas fueron los de la ofensiva, acusaron al gober de Puebla, Rafael Moreno Valle de desviar recursos para hacer campaña a favor de Madero, tras ser sorprendido al arribar a Apetatitlán en el helicóptero oficial de esa entidad.

También, el mismo grupo acusó al alcalde de Tlaltelulco, Miguel Ángel Polvo Rea, de pactar con el PRI luego de que supuestamente lo sorprendieron saliendo de oficinas gubernamentales.

Ya en plena jornada electoral, a nivel nacional, el candidato Ernesto Cordero interpuso la primera queja oficial al acusar el envío de mensajes de texto a militantes en los que se les pedía no acudir a votar ya que supuestamente el Trife había cancelado el proceso interno.

En tanto que Gustavo Madero denunció el robo de urnas y también el envío de los mismos mensajes de texto anunciando la supuesta cancelación del proceso interno.

A lo anterior, hay que sumarle el acarreo de militantes a los centros de votación y la compra de sufragios.

Lejos de presumirse democráticos o de realizar un proceso “ejemplar” –como ayer lo dijeron-, lo del domingo los evidenció como un partido político fracturado en su interior y que reproduce viejas prácticas priístas de forma mejorada.

Difícilmente veremos una rápida reconciliación entre perdedores y ganadores, lo que sigue es la simulación de la unidad y los golpes bajos.

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