21 de febrero - 2022
Por Edgardo Cabrera
Al selecto grupo de intelectuales tlaxcaltecas les comió la lengua el ratón de cuatro patas y cola retorcida.
Su silencio es cómplice, son cómplices del uso del techo del Museo de Arte de Tlaxcala como vil antro, aunque sepan, e incluso lo comenten “en corto”, es un atentado a lo que ellos definen como: cultura.
No dijeron nada en voz alta cuando inauguraron el centro nocturno con bailarinas semidesnudas, el espectáculo fue definido como “performance”.
Callaron al ver las imágenes de la primera autoridad de este estado cortando el listón inaugural pasándose por el arco del triunfo su propio decreto que prohíbe el funcionamiento de esos lugares en tiempos de pandemia, y menos alzaron la voz cuando el “exportado” secretario de Cultura aplaudió como chamaco al tener su “luz y sonido” como en las “Europas”.
Ahora sí, como dijera el presidente: son intelectuales orgánicos. No quieren perder sus becas, tampoco ser excluidos de la “socialité” de fiestas, reuniones y conversatorios donde presumen los libros leídos, o las obras de otros. El de Tlaxcala es un sector de “blof”, se presume “pensante” pero en los hechos cuando se trastoca el patrimonio cultural de las “Fridas”, Toledos, Diegos, Siqueiros, o un inmueble que data del siglo XIX, callan para que no se enoje la “señora”.
Son unos hipócritas, unos más que otros, porque en ese selecto grupo están, y lo saben, quienes lucharon y se rasgaron las vestiduras para tener ese Museo de Arte, hoy convertido en un corriente tugurio de azotea.
La semana pasada, luego de la simulada y pactada clausura, reabrió las puertas la “terraza”, y de nueva cuenta los intelectuales, varios de ellos hoy metidos de periodistas rabiosos contra quienes trastocan su enorme ego y hasta hacen investigaciones chafas contra el gremio al que se fueron a refugiar. Esos hoy no hablan, menos investigan, callan porque ya hasta tienen boleto de primera fila para el mundial de voleibol de playa, que tendrá una cancha con palco presidencial en el antro del MAT.
CONTROL DE CONFIANZA
Un nuevo escándalo se cierne en gobierno, ahora en la Secretaría de Seguridad Ciudadana, de manera particular en la actuación del Centro de Control y Confianza, ya que iniciaron con una serie de despidos argumentando que los elementos, en particular, directivos, no aprobaron exámenes.
Llama la atención el sigilo con el que se han producido los ceses, pareciera que algo ocultan, o que no existen los elementos necesarios para justificar las remociones, y no es cosa menor que, por ejemplo, quien estaba a cargo de los Ceresos fuera removido, al igual que la directora del instituto que capacita a policías, o quien estaba al frente de vialidad.
Y las sospechas del procedimiento crecen cuando, quien despachaba como director de la policía Estatal de Caminos y Vialidad, salió del cargo después de que se aplicarán dichas evaluaciones, y semanas más tarde fue contratado para hacerse cargo de una corporación municipal de seguridad.
Resulta que fue nombrado director de la policía de Tetla, y ha emprendido una defensa mediática para decir que no fue removido de la policía estatal por un tema de pérdida de confianza, y pareciera tener la razón, reitero, pareciera, sino cómo lo contrataron para estar al frente de una corporación municipal.
El asunto seguirá escalando, varios alistan una defensa legal en contra de la SSC de Tlaxcala por utilizar un instrumento que, por si fuera poco, carece de legalidad para operar.
Aún peor, en eso de la confianza, contradictoriamente quienes siguen en el cargo son personajes vinculados directamente con el prófugo Alfredo Valenzuela Álvarez, entre ellos los encargados de delegaciones municipales.