22 de junio - 2015
Pbro. Ranulfo Rojas Bretón
¿Cuál es tu héroe favorito y por qué? Desde niños albergamos en nuestras mentes las ideas de los héroes y muchas, muchas veces soñamos con ser un súper héroe y tener poderes como los que les veíamos a Superman, o Batman, o Aquaman, o Birdman, o Ultraman, o ser como los 4 Fantásticos, o el Hombre Araña; las mujeres como la Mujer Maravilla o Batichica. Los que vimos como comenzaba la era de la robótica y la ingeniería, vimos surgir héroes como el Coronel Steve Austin el llamado “Hombre Nuclear o Biónico” o “The six million dolllar man”. Ni se diga el maestro Kaliman, el hombre increíble anunciado como: “galante con las mujeres, tierno con los niños, implacable con los malhechores, él es Kaaaaliiiman”, que en aquellos tiempos dirigía a niños y jóvenes con sus sabias enseñanzas como: “serenidad, serenidad y paciencia Solín, mucha paciencia, quien domina la mente lo domina todo” o “siempre hay un camino cuando se usa la inteligencia”. Todos aquellos personajes con súper poderes estaban en nuestras mentes y por mucho tiempo fueron pilares de nuestras fantasías y en cada época, la niñez y la juventud, y seguramente el mundo de los adultos, tiene sus propios súper héroes.
¿Qué haríamos sin súper héroes? ¿A quién admiraríamos? ¿Cómo quién querríamos ser? Upsss son preguntas que difícilmente podría contestarme, porque gracias a Dios siempre tuve frente a mí esos grandes personajes de las tiras cómicas y de los inicios de la televisión. Agradezco también que me fueron iniciando en el gusto por la lectura y revistas y tiras cómicas y luego en la televisión que aún me tocó en blanco y negro y no solo eso, teníamos que pagar porque nos dejaran ver televisión en algunas casas cuyas familias ya tenían televisión, lo malo que nos dejaban ver un rato programas infantiles y luego aun cuando ya habíamos pagado, le pasaban a las telenovelas y no podíamos exigir ver nuestros programas. Bueno también eso ayudó porque nos adueñábamos de la calle y nos dedicábamos a jugar fútbol soñando con ser como nuestros súper héroes y repitiendo frecuentemente sus expresiones.
También en nuestra época infantil contamos con otro tipo de héroes más cercanos, más a la mano y se trataba para el grupo de amigos que nos juntábamos de nuestros papás. Ciertamente no se trataba del modelo que muchos hoy piensan del papá cariñoso, cercano, y que dialoga mucho con sus hijos, más bien era el padre fuerte, duro e inflexible que con poca formación académica, tal vez ninguno de nuestros padres habría terminado la primaria, mi papá solo cursó el segundo de primaria, pero eran conscientes de que deberían sembrar valores y según ellos, hacernos gente de bien, ser productivos y saber ganarnos la vida. Ellos venían de un ambiente en el que no se permitía al padre, manifestar cariño hacia sus hijos y menos hacerles alguna caricia. Eso no quería decir que no nos quisieran, simplemente la cultura de su tiempo no les permitía llegar a eso.
Mi papá siempre se sintió orgulloso de sus hijos, incluso cada logro que obteníamos, sea académico, deportivo y de cualquier tipo, lo hacía sentirse hinchado de orgullo y alardeaba con sus amigos de farra hablando de lo que habíamos logrado. En el fútbol ganamos muchísimo y éramos brillantes y reconocidos en el pueblo especialmente mi hermano Héctor y yo con el equipo “Cosmos del Carmen” que hizo época y no ha podido salir otro equipo que pueda igualar sus logros, llegamos a jugar juntos los cuatro hermanos Sergio y Javier. Bueno, pues todo el reconocimiento que nos daba la gente lo agradecíamos pero nunca escuchamos una felicitación de los labios de mi papá y sabíamos que estaba orgulloso de nosotros, pero un abrazo, jamás. Casi siempre si ganábamos decía que el otro equipo era malo, pero no que nosotros éramos buenos, incluso era nuestro crítico, pero cuando llegaba con sus amigos sin que lo escucháramos nosotros, entonces si hablaba bien de sus hijos. Nos acostumbramos a una imagen de papá así. Sin embargo, no podemos quejarnos de una ausencia de paternidad, porque en eso cumplía a la perfección su papel, jamás nos faltó alimento en la casa, jamás nos faltó ropa, ni nunca sufrimos porque no se pagara la luz, no hubiese gas y mucho menos que no tuviésemos lo necesario para ir a la escuela. Ahí sí sus palabras eran determinantes: “no tengo nada que dejarles de herencia, lo único que les voy a dar es estudio hasta donde ustedes quieran” “yo podré privarme de tomarme unas cervezas con mis amigos pero a ustedes no les faltará un cuaderno o un libro que les haga falta”. Tal vez, la ocasión que lo vi llorar más amargamente y son lágrimas de hombre que siempre tengo presentes, fueron cuando uno de mis hermanos ya no quiso estudiar. Siempre lamentó eso y al paso del tiempo al recordarlo volvía a llorar de sentimiento y me reclamaba y culpaba porque yo había intercedido para que no obligara a mi hermano a estudiar. Ciertamente mi papá siempre contó con el apoyo incondicional, el esfuerzo y el trabajo de mi mamá que siempre fue, es y será una señorona, pero esa es otra historia. ¿Cómo le hizo mi papá y mi mamá para darnos a todos estudio con un trabajo sencillo y con su campo? Son cosas que siempre serán impresionantes para mí. Por eso y por muchas cosas más, mi papá es y será mi héroe preferido.
Mi personaje favorito, mi súper héroe, es mi papá, él era lo que yo quería ser, un hombre a carta cabal, si parrandero, amiguero, jugador, creo que Gabino Barrera se le quedaba corto, aun en lo mujeriego en su etapa juvenil porque yo no recuerdo que anduviera con alguien, pero responsable, trabajador como pocos, podría llegar borracho, algo que tampoco era frecuente, pero jamás, jamás faltar a sus responsabilidades porque se fue de parranda. Cuántas veces nos había dicho que iríamos al campo y cuando lo veíamos llegar tomado pensábamos que nos habíamos librado de ir a trabajar pero a eso de las 4:30 o 5 am a más tardar, ya nos estaba levantando para irnos al campo. Pobre, lo veíamos hasta crudo pero jamás nos dejó trabajando para irse a descansar y siempre nos puso la muestra de cómo se trabajaba. En eso sí era inflexible y exigente. Muchas veces nos golpeó, él creía que era la forma de educarnos. Era el espíritu del tiempo. Si algo le admiraba entre tantas cosas, era verlo en oración, no era modelo de catolicismo practicante, pero como un creyente, verlo orar ahí junto a su cama ante sus imágenes, era otra cosa. Sentado al borde de la cama, se tomaba las manos, inclinaba la cabeza y pasaba minutos en profundidad, elevaba los ojos de cuando en cuando hacia las imágenes que tenía, un Sagrado Corazón de Jesús y una Virgen de Guadalupe y volvía a inclinar la cabeza para seguir en profundidad de oración. Después de unos momentos, erguía el torso desnudo y se hacía la señal de la cruz varias veces mirando hacia las imágenes y se disponía a dormir. Yo lo veía desde la cama que compartíamos los hermanos, ahí en silencio sin preguntar, sin interrumpir solo contemplando a ese gran señor. Me pasaría escribiendo de él muchísimo, solo diré que otro de los momentos claves y hermosos es cuando llegaba de Apizaco o Tlaxcala con el periódico bajo el brazo y mientras le servía mi mamá su almuerzo me pedía que le leyera el periódico y yo le leía mientras comiendo me corregía acentos, palabras, frases y yo admirado pensaba cómo sabe tanto mi papá, o cuando me ponía a hacer cuentas, sumas, restas, divisiones. Era maravilloso mi papá, sin más, mi súper héroe favorito.
Estoy convencido de que en nuestro tiempo, los papás deben seguir siendo los héroes de sus hijos, porque los llevarán por caminos correctos, les harán crecer en madurez y confianza para enfrentar un mundo cada vez más exigente y difícil. Vencer el miedo a ejercer la paternidad con autoridad, preferible un padre fuerte y decidido que un padre que teme ser guía de sus hijos asumiendo su compromiso de ser héroe para ellos.

