HADA MADRINA
22 de diciembre - 2025

Por Edgardo Cabrera

Las historias (tristes como su gobierno) que cuenta Lorena Cuéllar, en lugar de generar empatía causan pena ajena y develan desde el tráfico de influencias, hasta la explotación laboral.

Para muestra lo que la semana pasada contó a jóvenes durante un acto de entrega de computadoras portátiles y que forma parte del programa Juventudes Conectadas.

Resulta que, cual hada madrina, la mandataria estatal confesó el uso de su influencia para que Emilio de Peña y Lucero Morales llegaran, el primero a una diputación local, y la segunda a ser titular del Instituto de la Juventud. Al tratar de ponerlos como ejemplos de superación, dejó en claro que una de las vías para ser parte de su gabinete es “subirse a su camioneta” y pedir el deseo, además de haberle servido como ayudante, eso sí, no precisó si con paga o no. 

“Un día (Emilio de la Peña) se subió a mi camioneta y me decía, quiero ser diputado, y le decía no va a ser tan sencillo, no es tan fácil de que quiero ser y voy a ser, hay que trabajar…”, antes contó que le ayudaba a elaborar oficios y “preparar cosas”. 

Una historia similar, de falsa superación, contó en el caso de Lucero, lo que no dijo, es que el ceniciento es hijo del titular de la Secretaría de Impulso Agropecuario, Rafael de la Peña; mientras que la funcionaria es hija del diputado local Vicente Morales. Ese nepotismo que tanto desprecia la presidenta Sheinbaum pero que se ve reflejado, también, con las dos hijas de la gobernadora impuestas al frente de dependencias con un presupuesto de más de mil millones de pesos en conjunto, o su cuñado, secretario de Turismo, ¿esos también son ejemplo de superación? 

Pero ahí no acaba la penosa narración, de nueva cuenta se refriteó el caso de la “señora” que trabaja en su casa, así le dice, la que no tenía una lavadora y que después de hacer las tareas del hogar con Cuéllar tenía que salir a trabajar, aún más, ya imaginará el sueldo miserable que tenía, y que gracias a su esfuerzo, de “doña Sarita”, no de su patrona, ahorró para su máquina de lavar ropa.

En eso de las malas historias, esperamos que pronto también nos cuente cómo a su chofer lo hizo juez, ese no necesitó subirse a su camionetón para pedirle el favor, ahí ya trabajaba. La estilista que convirtió en funcionaria de su gobierno, primero, y después la hizo alcaldesa, o los jala sillas convertidos en asesores.

Esos casos solo confirman que el moribundo gobierno de Cuéllar privilegió el amiguismo, el influyentismo y nepotismo para conformar un gabinete y poner representantes populares serviles a ella, no al pueblo. Si Andrés Manuel hablaba de que en su gobierno se requería 90 por ciento de lealtad y 10 por ciento de conocimiento, en el de Lorena el 90 por ciento es de parentesco, compadrazgo o amiguismo.