Celulares antes de los 13: estudio vincula su uso con daño emocional en la juventud
27 de julio - 2025

Investigación global alerta sobre los efectos de los smartphones en menores; jóvenes con acceso.

Por Stephany Rodríguez

Poseer un teléfono celular antes de los 13 años compromete la salud mental en la juventud adulta, según los resultados de un estudio realizado por Sapien Labs y publicado por la revista científica Journal of Human Development and Capabilities. A través del análisis de datos de más de 100 mil personas de entre 18 y 24 años, la investigación detectó una mayor incidencia de pensamientos suicidas, baja autoestima, desconexión de la realidad y menor estabilidad emocional en quienes comenzaron a usar smartphones desde edades tempranas.

De acuerdo con el informe, la relación entre el uso precoz de dispositivos inteligentes y el deterioro emocional es significativa. Las mujeres presentan una reducción marcada en su autoestima y resiliencia, mientras que los hombres muestran menor empatía, confianza y tranquilidad. En ambos casos, se registra una baja notable en la salud mental global al llegar a la adultez.

Además, se señala que el acceso temprano a redes sociales explica cerca del 40 % de esta asociación. También se identificaron impactos adicionales: el 13 % de los jóvenes reportaron deterioro en sus relaciones familiares, un 10 % sufrió ciberacoso y un 12 % presentó trastornos del sueño.

“Estas plataformas fomentan comparaciones, consumen horas de descanso y exponen a los menores a contenidos nocivos. En la infancia, donde aún no se forman completamente los mecanismos de autorregulación, los efectos son especialmente dañinos”, advierte el equipo de Sapien Labs.

Opiniones divididas en Tlaxcala

En un sondeo realizado en la capital del estado, madres, padres y jóvenes expresaron posturas encontradas sobre el uso del celular en edades tempranas.

“A los niños se les da el celular como si fuera un juguete. Pero si no lo usan con supervisión, se aíslan o se vuelven adictos. Yo sí lo veo en varios casos cercanos”.

Por su parte, Josué Méndez reconoció:

“Yo tuve mi primer celular como a los 10, y sí me afectó. Hoy no puedo concentrarme sin estar viendo la pantalla. Si no tengo el teléfono, siento ansiedad”.

En contraste, otras personas consideran que el problema no es el dispositivo, sino la manera en que se utiliza. Irma Jiménez expresó:

“El celular puede servir para aprender, para comunicarse. Pero si se les deja sin límites, claro que les hace daño. Todo depende del control que haya en casa”.

La neurocientífica Tara Thiagarajan, autora principal del estudio, hace un llamado urgente a autoridades y familias para establecer límites más claros y medidas preventivas. Asegura que, debido al incremento sostenido en la posesión de celulares desde edades cada vez más bajas, es necesario considerar regulaciones similares a las del tabaco y el alcohol.

“La magnitud del daño potencial es demasiado grande como para ignorarla. No hablamos de una opinión, sino de datos que muestran cómo el acceso temprano puede alterar el desarrollo emocional”, señaló en un informe.

Aunque el estudio reconoce que se basa en datos de autoevaluación y no en diagnósticos clínicos, sus autores insisten en que la tendencia global de acceso infantil a dispositivos debe enfrentarse con responsabilidad.