11 de junio - 2023

El periodista Juan Alberto Vázquez presenta un libro que aporta una perspectiva distinta a un problema cada vez más terrible y común.
Fuente: ARISTEGUI NOTICIAS
Tenancingo, un pequeño poblado de Tlaxcala, es conocido por ser uno de los epicentros de la trata de personas no solo de México, sino de todo el mundo. Desde ahí familias enteras de padrotes han extendido su millonario negocio por el territorio nacional y buena parte de Estados Unidos.
Los distintos gobiernos de México poco han hecho para desmantelar estas redes, sugiriendo así corrupción y complicidad con quienes ejercen este sádico oficio. Pero algunos de estos delincuentes han caído; en Los padrotes de Tlaxcala, una minuciosa investigación Juan Alberto Vázquez nos cuenta la historia de cinco clanes de padrotes que han sido juzgados en las cortes de Nueva York.
Una novela de inocultable trama juvenil para adultos es Antichrista, de la prolífica Amélie Nothomb, que nos cuenta las cuitas de una chica belga entrampada entre la primera adolescencia y la disputa de afectos con sus compañeros de clase y sus padres. Desplazada de los apapachos familiares por una intrusa, Christa, a quien rebautiza con el nombre que da título al libro, la protagonista relata un episodio en pleno Día de Reyes:
Nunca una Epifanía llevó tan mal su nombre. Mis progenitores y yo constituíamos la procesión de tres cretinos llegados para designar a la que pretendía ser su redentora. Me pasmaba constatar hasta qué punto los valores se habían invertido. Como el papel de Jesús estaba interpretado por Antichrista, yo tenía que ser a la fuerza Baltasar, el rey negro, ya que me llamaba Blanche.
Este remate de escena ha remitido a otro, de otra novela de otro tiempo, que acaso sea improbable que conociera Nothomb, pero está hermanada con la suya. Lea usted a Jorge Ibargüengoitia en Las muertas:
Se sabe que la única inhibición de Blanca se la producían los dientes manchados, los cuales iban a dar origen a su único lujo. Ahorró durante años y cuando tuvo lo suficiente fue con un dentista famoso de Pedrones que le puso cuatro dientes de oro en vez de los incisivos superiores. Esta innovación ha de haber modificado la apariencia de Blanca, pero no la desfiguró. Según el Libertino, que la conoció con los dientes manchados, sin dientes —en los días entre que le quitaron unos y le pusieron los otros—, y con dientes de oro, no sabe decir cómo le gustaba más. El brillo dorado no hizo más que resaltar su belleza exótica: Blanca era negra.
Blanca, no Blanche, es un personaje de un reportaje novelado sobre la banda de tratantes conocida en la vida real como Las Poquianchis. Una nota roja mexicana ha dado paso a una amplia investigación de este célebre narrador guanajuatense, que devendrá literatura con humor negro, en la que la trama se desgrana sobre un escenario de prostitución, de trata de mujeres y más tarde acabará, por la dificultad de las circunstancias de la propia dinámica de los protagonistas, en uno de esclavitud sexual. Un libro, ojo con el dato, fechado en 1977.
Asaltaron al autor de estas líneas esos pensamientos una vez que llegó al escritorio la primera versión de Los padrotes de Tlaxcala: Esclavitud sexual en Nueva York, título con el que Juan Alberto Vázquez está de vuelta en el orbe editorial con un tema que —veremos— no pierde actualidad, sea por la imparable migración hacia Estados Unidos, sea por la impunidad con la que históricamente han trabajado las bandas dedicadas al tráfico y la explotación de seres humanos, con sus peores rostros reflejados en la trata y la esclavitud sexual.
Juan Alberto ha acometido una empresa con múltiples aristas y forjada a fuerza de sombras típicas de variados cuadros costumbristas mexicanos: padrotes, paisanitas, esclavas, prostitutas, lenones, madamas, cinturitas, chulos, pachucos, putas, escorts y chafiretes. Ellos protagonizan estas historias que pasan de la aventura a la desgracia, de la emoción a la sorpresa, del amor a la esclavitud, de la inocencia a la crueldad.
Pero no se queda con los testimonios impresos en los registros de largas diligencias que asoman como una punta del iceberg sobre el combate a la trata trasnacional en sesiones propias de la serie televisiva La ley y el orden: Unidad de Víctimas Especiales. Porque reportero siempre, el oficio manda, el autor busca a los sentenciados ya presos para que cuenten su versión, conversa con defensores de mujeres y se mete a la profusa documentación en la materia. Desde múltiples ong hasta la misma onu.
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