BLINDAJE
9 de marzo - 2023

Por Edgardo Cabrera

Por segundo año consecutivo, Lorena Cuéllar Cisneros, la segunda gobernadora que ha tenido Tlaxcala, ordenó el blindaje de un Palacio, el palacio del cual es inquilina por seis años, si es que en esta ocasión, sí concluye un cargo por el que fue electa.

Ella y solamente ella es la persona que tiene el poder y la autoridad para ordenar alguna acción en torno al edificio que es sede del poder Ejecutivo, hay que precisarlo, antes de que salgan sus corifeos a intentar deslindarla de la desastrosa decisión.

No son vallas, son auténticos muros metálicos, recién adquiridos con cargo al erario, habrá que saber cuánto costaron, de una altura superior a los dos metros y especialmente diseñados para evitar que los escalen.

Cual malhechores, el gobierno de Cuéllar aprovechó las penumbras para montar su cerco la víspera de este 8 de marzo, que, además, en esta ocasión también incluyó al Conjunto Catedralicio de Nuestra Señora de la Asunción donde, vale decir, ninguna colectiva o contingente pensaba acudir, ello solo fue para criminalizar a las manifestantes por anticipado.

A los muros metálicos se le sumó el contingente de granaderos, que según los miopes de la Nueva Historia no existe, solo porque ahora les llaman diferentes, pero en los hechos actúan exactamente igual, además de escudos, cascos y equipo de protección personal, también portan granadas con gas lacrimógeno.

Hace un año evidenciaron miedo cuando por, primera vez en la historia de Tlaxcala, blindaron el Palacio de Gobierno; en este 2023 lo que muestran es preocupación por las voces disidentes, y más aún, cuando se tratan del propio género de quien administra la entidad.

Este 8M pudieron cambiar para bien su cada vez más triste historia, podrían haber abierto de par en par el palacio, y la inquilina recibirlas, escucharlas, atenderlas, establecer una mesa especial de justicia con ministerios públicos dispuestos a recibir denuncias y con la procuradora sorora; la del Instituto Estatal de la Mujer renunciando al cargo por dignidad y congruencia, luego de ser testigo muda de la violencia que propinó Sergio González a una mujer otomí; y también Cuéllar pudo haber exigido la renuncia de su secretario de Gobierno por ese hecho, pero también, por ineficiente al no establecer mesas de diálogo, compromiso y resultados previo al 8M.

¡No!, lo más fácil fueron los muros. 

Lo más fácil, fue la simulación y la compra de algunas conciencias.

Lo fácil es decir que la gran víctima en este 8M es el gobierno de Cuéllar y sus monumentos.

Lo más fácil fue no salir a buscar a las adolescentes reportadas como desaparecidas en las últimas horas, no reconocer feminicidios y no aclarar las muertes violentas de ellas, tampoco pedir disculpa por la represión de hace un año y la muerte de una normalista manifestantes, meses después.

Y lo más fácil fue decretar el uso de la fuerza letal contra la población, pagar por caza recompensas y pintar las escalinatas con motivos al día Internacional de la Mujer. 

Esta es la Historia y ya saben por qué le decimos triste.