7 de septiembre - 2018
Por Edgardo Cabrera
Pues siempre no, resulta que la actual legislatura no se reducirá su sueldo y menos renunciarán a las canonjías, como lo prometió Andrés Manuel López Obrador.
Nos enteramos que al seno de la Junta de Coordinación y Concertación Política recientemente llegó el coordinador de la fracción parlamentaria del PRD, Miguel Ángel Covarrubias, para anunciar que renunciaría a sus dietas “ya que yo no vivo de la política”, les dijo, y preguntó al resto de los representantes de las otras fracciones y partidos para cuándo y de cuánto será la reducción de las percepciones de los diputados.
Ante el cuestionamiento privó el silencio en la reunión y simplemente su presidente, el morenista Víctor Báez fue quien tomó la palabra para informarle que no habrá tal disminución a las dietas toda vez que “de por sí son bajas” en comparación con otras legislaturas.
Lo confesado a este columnista por una fuente proveniente del interior de esa reunión fue ratificada ayer jueves en una entrevista en El Sol de Tlaxcala, donde el diputado Báez declaró que “no existe consenso para la reducción salarial”.
Por lo que una vez más, y en apenas una semana de labores, queda en evidencia que la nueva y flamante legislatura no es distinta a las anteriores, por lo que eso del “cambio” y la “cuarta transformación” es simplemente una tomada de pelo.
Entre el bla, bla y el haiga
Para desgracia de su distrito, el 3, el diputado petista Víctor Castro López está dando muestra que lo suyo es subir a la tribuna para exhibir sus limitaciones, no sólo en materia legislativa, sino en su nivel de preparación académica.
Y es que es tan ofensivo un político de largo y retorcido colmillo, como aquel que se estrena como representante popular utilizando manifestaciones propias de un idiota y además ocupando de forma reiterada barbarismos en su lenguaje (como ese del “haiga”), que evidencia que jamás puso atención a sus maestros en la escuela primaria.
La intolerancia es también sello del ex alcalde de Tzompantepec ya que le aburre que el resto de los diputados suban a tribuna para fijar sus posicionamientos, al menos en la sesión de ayer jueves así lo dijo al afirmar, en ese mismo espacio, que sus compañeros lo “marean por tanto bla, bla”.
Desde la primera sesión el petista ha querido acaparar reflectores, recordemos que demandó la comparecencia del secretario de Salud al acusarlo de desabasto de medicamentos, sin embargo simplemente vociferó sin formalizar su petición, evidenciando que ignora el proceso legislativo.
Y ahora, en su más reciente descalabro, ocupó su “bla, bla” para quejarse por la designación de Arnulfo Arévalo como enlace del Ejecutivo con el Legislativo al que acusó de supuestamente robar 25 millones de pesos del Congreso y dejar sin dinero a los diputados entrantes, perdiendo de vista cosas tan simples como que el ex legislador priísta no fue presidente del Comité de Administración.
De esto último, el diputado bla-bla deberá presentar pruebas y la denuncia penal correspondiente, de lo contrario tendría que enfrentar la justicia –recordemos que los actuales ya no gozarán de fuero- por acusar sin fundamentos.
Es evidente que a Castro le urge que alguien le explique cuáles son sus funciones, limitaciones y obligaciones como legislador.

