Las Antípodas: Frente Amplio Democrático ¿Por qué?
27 de junio - 2017

Por Juan Manuel Cambrón Soria

“La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir, y lo nuevo no acaba de nacer” Bertolt Brecht

El país vive momentos de una alta dificultad, donde la crisis económica, política y social son la constante en la vida de la inmensa mayoría de mexicanos. La inoperancia, incapacidad e ineptitud del gobierno actual que encabeza el PRI con Peña Nieto, han alejado los visos de consolidar el cambio democrático, y por el contario, han ido enquistando la idea en el imaginario colectivo, de una crisis severa y profunda de las instituciones, de un resquebrajamiento del sistema político. La corrupción rapaz y la impunidad rampante, son el signo distintivo de la administración federal priista y de muchos de sus gobiernos en los estados; pero ambos cánceres, corrupción e impunidad, son tan sólo la punta de un iceberg grande y voluminoso, donde conviven la inseguridad pública creciente, la desigualdad social, la cancelación de derechos y libertades, la falta de oportunidades, el estancamiento económico, la inflación, la pérdida de empleos, la disminución del salario, la paupérrima inversión pública para detonar desarrollo, la contracción de la actividad turística; en fin, un panorama de miedo, desazón y desolación que carcome a amplios sectores de la sociedad.

En este diagnóstico hasta hace unos meses, y en el marco de la renovación del Poder Ejecutivo federal en el 2018, se avizoraban dos proyectos como las únicas alternativas para el país; por un lado, la continuidad del régimen obsoleto priista; y por otro, el populismo conservador tropicalizado.

Soy de los que piensa que las opciones no deben reducirse sólo a eso. Por ello, celebro que el PRD y la dirección nacional se hayan colocado a la altura y a la vanguardia, para poner por delante una idea que aglutine el concepto de fin régimen, y se convoque a la integración de un Frente Amplio Democrático (FAD) en el que puedan incorporarse diversas fuerzas políticas, sectores de la sociedad civil, de la intelectualidad y la academia, y ciudadanos de pensamiento libre. Este llamado contempla desde luego al Partido Acción Nacional; pero también a Morena o a Movimiento Ciudadano, ya todos los partidos políticos y militantes que coincidan en la necesidad de construir alternativas a los grandes problemas de México.

Pensar en que hay fuerzas, actores o fórmulas de una sola figura, de un solo hombre, o de un solo partido que puedan alcanzar por sí solos un triunfo electoral, es ingenuo y hasta soberbio. El modelo político del país, el sistema electoral en su conjunto, se ha ido deformando al grado tal de que en nuestra democracia no gane quien obtenga el 50% más 1 de los votos, sino aquel que logre construir la minoría más grande. Si alguien ha entendido el juego a la perfección es el PRI, que en diversas ocasiones le ha apostado a la pulverización de la oposición, a impedir la construcción de alianzas, y con ello asegurar triunfos con su estructura política y los desvíos de recursos gubernamentales. El resultado en cientos de casos en el país, es que quienes ejercen el poder, quienes ganan, incluida la oposición, lo hacen con una enorme dosis de ilegitimidad y de crisis, porque al alcanzar triunfos apenas por encima del tercio de la votación, implica que hay una porción cercana al 70% del electorado que rechaza o repudia el ejercicio de gobierno.

Considerando que las reformas electorales orientadas a la segunda vuelta electoral que hagan mayorías consistentes de gobierno aún son lejanas, es necesaria la suma de fuerzas, talentos y capacidades de los actores políticos. El Frente Amplio Democrático, tiene como una de sus aristas poner por delante las fortalezas de quienes lo integran para hacer frente al dinosaurio, que no sólo se niega a morir, sino que, por el contrario, amenaza con quedarse a derruir lo que queda de país. O nos unimos para salvar a México de la debacle, o dejemos que la inercia nos arrastre a la banalidad del atraso y a lo fútil del conformismo.

Nota al pie.

Amable lector, le ofrezco una disculpa por la omisión de este escribano la semana anterior, debido a problemas técnicos me fue imposible compartirle mi reflexión; agradezco a Edgardo Cabrera su comprensión y solidaridad.