Homero y su ‘Humanismo’ Educativo
7 de agosto - 2025

Por Mauricio Hernández

En Tlaxcala, donde las ideas de izquierda suelen terminar convertidas en slogans para lonas, tenemos al secretario de Educación más carismático, modesto y desinteresado… según él mismo. Homero Meneses Hernández, fundador de Morena en el estado y entusiasta promotor de la imagen de Lucio Cabañas, aunque más por estética que por ética, ha decidido que educar es secundario frente al verdadero objetivo: auto promocionarse, por ello no tiene empacho en organizar una mega pachanga “entre amigos” en Panotla para posicionarse en las próximas encuestas.

Dicen que la política es el arte de lo posible, pero Homero prefiere el arte de la autopromoción descarada. Desde su oficina en la SEPE, donde los pendientes administrativos se amontonan como libros sin leer de AMLO, el secretario organiza mítines con disfraz de eventos académicos, celebra su cumpleaños como si fuera una efeméride patriótica, y presume una supuesta filosofía de vida que, casualmente, lleva sus iniciales: “Humanismo Mexicano”. Más que una visión de gobierno, parece una marca registrada.

Lo curioso es que su narrativa gira en torno al pueblo. “Hijo del pueblo”, se dice, aunque el pueblo; particularmente los maestros, le reclaman promesas incumplidas, escuelas en abandono y una gestión que, si fuera una tarea escolar, ya estaría reprobada.

Y por si fuera poco, el revolucionario de escritorio no pierde oportunidad para colgarse de íconos como Lucio Cabañas. Claro, con una pequeña diferencia: Lucio dormía entre cerros y comía lo que había, Homero duerme entre almohadas de pluma de ganso, degusta grandes parrilladas con gansitos, cocas y pingüinos. Cabañas combatía a la élite política; Meneses la corteja. Lucio vivía con lo mínimo; Homero, con lo que permita el presupuesto educativo y un poco más.

Al interior del movimiento lo han llamado a la prudencia. Desde la Presidencia y desde la dirigencia nacional de Morena se insiste: nada de adelantarse, nada de usar recursos públicos con fines personales. Pero Homero tiene su propio calendario, su propia brújula, y su propio altar político donde él es el único santo.

Sus eventos, cada vez más frecuentes y evidentes en su intención proselitista, se venden como “encuentros educativos”. Aunque lo que se educa ahí es al electorado sobre quién es el próximo “gran líder de Tlaxcala”… según sus propios datos, y hay audios que evidencían el descaro y la ambición del capitalista de closet.

Lo más preocupante no es que Meneses busque la gubernatura (cada quien sus sueños guajiros), sino que lo haga desde una posición de poder, usando una dependencia pública como trampolín. La SEPE ha sido convertida en agencia de relaciones públicas y taller de pancartas. ¿Y los alumnos? Bien, gracias. Esperando que al menos les llegue el uniforme y la nueva escuela mexicana.

Dicen por ahí que el problema no es tener aspiraciones, sino no disimularlas. Y Homero es experto en eso: en no disimular. Ni tantito.

Tal vez el verdadero problema de Homero es que no se decide: no sabe si quiere ser pedagogo, político, caudillo o influencer. Así que intenta ser todo a la vez. El resultado es un cóctel de egolatría, oportunismo y populismo escolar que, en lugar de inspirar, a mí me genera risa y a la vez vergüenza.

Tlaxcala no necesita un secretario que se crea redentor, ni un “humanismo” que rime solo con su nombre. Necesita resultados, ética y, sobre todo, servidores públicos que entiendan que su cargo no es un peldaño, sino una responsabilidad.

Pero Homero está en otra frecuencia. Una donde el futuro ya llegó, aunque no le hayan avisado a su partido, ni a su jefa política, ni a los tlaxcaltecas.

Y así vamos, con un “hijo del pueblo” que, en los hechos, actúa más como hijo del sistema que tanto dice combatir.

En fin, que Homero no será Lucio, ni Lucio será Homero. Pero si de revoluciones se trata, la que él lidera es la del egocentrismo exasperante: muchas palabras, pocos resultados y un culto al “yo” que no se enseña ni en los libros de texto gratuitos de esa nueva escuela mexicana.

“Andy

No puedo dejar de comentar algo de la misiva enviada a la “opinión pública” del hijo de AMLO.

Andy López Beltrán asegura que su viaje a Japón fue pagado con “sus propios recursos”. Claro, cuando eres la cabeza de un clan que en el sexenio de tu papá multiplicó sus ganancias como por arte de magia, hasta un tour por Asia suena como gasto menor. Así cualquiera se paga el sushi de lujo.

@olaizmau

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