3 de diciembre - 2024
Por Camila Tornel
Es preocupante, pero la política en Tlaxcala ha caído en manos de unos cuantos.
El ejemplo más claro es el llamado “clan Morelos”, encabezado por Luis Ramírez, actual titular de la Segob y el artífice de toda una trama de poder y dinero que se extiende por todo el estado.
Tal vez el grupo en el poder no logra apreciarlo, pero los ciudadanos sí que observan cómo la clase política local se convierte en la extensión de los intereses de unos pocos, que desde el gobierno consolidan su dominio económico y político.
La reciente aprobación de la Ley de Ingresos y el Código Financiero, por parte del Congreso local, le vino como anillo al dedo al “clan Morelos”, principalmente a su líder que, no olvidemos, fue titular de la Secretaría del Medio Ambiente. Y este dato es importante, porque los miembros del clan encontraron en la basura un lucrativo negocio.
Ya lo habían denunciado en la tribuna legislativa: el cobro por metro cuadrado de basura para verterlo en los Rellenos Sanitarios afectará las finanzas de los ayuntamientos. Hábilmente, lograron que los ayuntamientos de Tlaxcala paguen más por la disposición final de los residuos.
Con el aval del Congreso, en lo que toca al destino de desecho sólidos, las modificaciones legales implican cobros a los Ayuntamientos puesto que, aunque actualmente pagan 5 UMAs por tonelada de basura para su depósito en los Rellenos Sanitarios, en 2025 se les cobrará .25 UMAs por metro cúbico.
Por si esto fuera poco, ya se habla que, para avanzar en la “solución” al problema de los rellenos sanitarios, que están rebasados, se llegue a un acuerdo que comprometería al menos dos décadas a los municipios a ceder el control su basura, lo que esconde un negocio multimillonario a costa de una problemática que debería hallar solución por la vía de la planeación, de la solución técnica e institucional.
Ya se habla que, bajo amenazas, chantajes o conveniencia política, los ediles están accediendo a los intereses del “clan Morelos”, como es el caso de Javier Bonilla, en Apizaco, donde desde la segunda oficina de importancia de Palacio de Gobierno le han tirado línea, incluso, para saber con qué medios de comunicación debe trabajar y qué proveedores debe contratar.
De este modo queda sumamente claro que la llamada 4T es una reedición de la sumisión política de los alcaldes, que no tiene empacho en dilapidar la autonomía municipal, con tal de ver satisfechos sus intereses personales.
Desafortunadamente, parece que lo peor está por venir, porque a la par del insaciable “clan Morelos”, que ya controla la mitad del gobierno, se asoman las ambiciones de la familia Sánchez Anaya, que el fin de semana organizó un abierto arranque de campaña para disputar la sucesión de 2027. Así, un clan va por el poder económico, y el otro, por el poder político. Justo lo que desprecia y critica la 4T.
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