Funcionarios reiteran la fallida táctica de “blindaje fronterizo” ante el incremento de la violencia en el estado.

Por Stephany Rodríguez 

En medio de una crisis de inseguridad que ha convertido a agosto en el mes más violento registrado en Tlaxcala, las autoridades estatales convocaron a una rueda de prensa en las instalaciones del C5i para abordar la situación. A la conferencia asistieron Maximino Hernández, Secretario Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública, y el Capitán de Navío IM. DEM. Alberto Martín Perea Marrufo, Secretario de Seguridad Ciudadana. Sin embargo, lo que se presentó como una «nueva estrategia» para combatir la delincuencia resultó ser la misma táctica reiterada de «blindaje fronterizo», que ha demostrado ser ineficaz en múltiples ocasiones.

Alberto Martín Perea Marrufo anunció que, bajo la coordinación de la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, se implementará un nuevo plan de seguridad en la zona limítrofe con los estados vecinos. Sin embargo, lejos de ser una propuesta innovadora, se trata de la misma estrategia que ha sido reciclada en numerosas ocasiones sin obtener resultados tangibles. En su discurso, Marrufo insistió en que la delincuencia que azota a Tlaxcala es en gran medida responsabilidad de las bandas criminales de estados vecinos como Puebla, una narrativa que ya ha sido utilizada repetidamente por las autoridades sin un análisis profundo de los problemas internos del estado.

A pesar de las cifras presentadas por Marrufo, que destacan la detención de 1,183 personas por diferentes causas entre el 1 de enero y el 25 de agosto de este año, la realidad es que los índices de violencia siguen en aumento. Estas detenciones, que incluyen delitos menores como faltas administrativas y accidentes de tránsito, no reflejan un avance significativo en el combate contra los delitos de alto impacto que han marcado la escalada de violencia en la región.

La insistencia en culpar a los estados vecinos por la ola de criminalidad en Tlaxcala y la repetición de la estrategia de «blindaje fronterizo» no son nuevas. En mayo de 2022, el secretario de Gobierno, Sergio González Hernández, también anunció un reforzamiento en la vigilancia de la frontera con Puebla para impedir que Tlaxcala siguiera siendo un «depósito de cadáveres». A pesar de los esfuerzos declarados, la situación no ha mejorado, y el estado continúa sufriendo las consecuencias de una política de seguridad que se limita a respuestas superficiales y temporales.

La falta de innovación en las políticas de seguridad del estado ha quedado en evidencia en cada declaración pública. En febrero de 2022, se habló de un «blindaje» en el poniente de la entidad para frenar la delincuencia, y en agosto del mismo año, se reforzó la vigilancia en las zonas limítrofes con Puebla. Sin embargo, estos esfuerzos han sido insuficientes para detener la creciente ola de violencia que ahora sacude a Tlaxcala.

En cada uno de estos anuncios, el discurso es el mismo: se trata de coordinar esfuerzos, fortalecer estrategias y reforzar la presencia de las fuerzas del orden. Sin embargo, las cifras de criminalidad no dejan lugar a dudas: la seguridad en Tlaxcala sigue deteriorándose, y la insistencia en una estrategia que ha fracasado repetidamente no ofrece esperanza de cambio.

Es claro que Tlaxcala necesita un enfoque nuevo y más efectivo para combatir la delincuencia. La mera repetición de medidas pasadas, sin un análisis crítico de sus fallos y sin la implementación de soluciones innovadoras, solo perpetúa el ciclo de violencia y frustración en el estado. Mientras las autoridades sigan reciclando las mismas tácticas sin resultados, la seguridad de los tlaxcaltecas seguirá estando en riesgo.