Por Camila Tornel

Se cumplieron los pronósticos: se le cayó la candidatura a Alfonso Sánchez García.

Ni la memoria del padre, el ex gobernador Alfonso Sánchez Anaya -el del proyecto dinástico-, ni la posición de su esposa Marcela González Castillo en el Congreso -como “emisaria” de la gobernadora- le ayudaron para amarrarla. 

Mucho menos su gris trabajo como Secretario de Infraestructura, cuya gestión fue severamente observada por el órgano de Fiscalización Superior.   

Su anhelo de convertirse en Senador por Morena se vino abajo, y ahora, como premio de consolación, busca la candidatura a la Presidencia Municipal de Tlaxcala, lo cual no tiene lógica, porque el ex funcionario puede tener domicilio en la capital, pero no arraigo, mucho menos estructura. Además, se supone que el lugar está apartado para una mujer. 

El nivel que como político trató de proyectar es una ilusión que, desde su falta de opciones, evidencia que es un junior que lo único que busca es vivir del erario.

El proceso interno de Morena ya dibujó de cuerpo completo lo que trae la familia Anaya: engaños, intrigas y simulaciones.

Alfonso Sánchez García no ha hecho nada por sí mismo. Sigue la iniciativa de su papá, y hasta las órdenes de su esposa. A él solo le toca obedecer, y como se ve, su búsqueda de la capital será un completo desastre.

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