Por Camila Tornel

Entre los aspirantes al Senado de la República por Morena existe preocupación por los acuerdos que un precandidato ha asumido con los poderes fácticos, esos a los que el presidente López Obrador llama conservadores.

Se trata ni más ni menos que Alfonso Sánchez García, ex secretario de Infraestructura en la administración de Lorena Cuéllar.

Pues tal es su desesperación por despuntar, que incluso existe una injerencia directa de la CMIC a su favor en el proceso interno de Morena.

Con el pretexto de una supuesta “entrevista” que presentan en la portada de su revista institucional, se han repartido posters de la publicación -que francamente nadie sabía de existía- para promover la imagen del ex funcionario estatal.

Hasta el espectacular monumental ubicado en la entrada de la capital de Tlaxcala contrataron para elevar su nivel de conocimiento entre los ciudadanos.

Después de poner en marcha esta estrategia, en la que la CMIC mucho tuvo que ver, curiosamente sale una encuesta que pone al aspirante al Senado en primer lugar de las preferencias.

No se necesita ser genio para apreciar que la familia Sánchez Anaya abrió la chequera, están desesperados, preocupados y están cobrando favores para hacer realidad el sueño del junior por llegar a la Cámara Alta del Congreso de la Unión, desde donde se buscará incidir en la sucesión de 2027.

Claramente otros aspirantes se encuentran en desventaja frente a diversos actos de promoción anticipada, ante los cuales la dirigencia estatal de Morena se hace de la vista gorda.

La realidad del proceso interno morenista es que no hay piso parejo; hay dos clases de aspirantes, los privilegiados y los ingenuos, y desde ahora se aprecia que los resultados de la elección de candidatos al Senado serán tan decepcionantes como controversiales.

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