TODO ES NEGOCIO
23 de marzo - 2022

Por Edgardo Cabrera

De plano se descararon en turismo, la Villa Navideña fue el principio de un gran negocio, no para el Estado, sino para algunos pocos privilegiados beneficiados con contratos y negocios financiados a costillas del erario, o cómo entender que para los funcionarios y amigos no se cobren rentas de inmuebles propiedad del estado -o les hagan cobros simbólicos- para sus restaurantes o tiendas.

Bueno, ahora resultó que los dos tranvías turísticos propiedad del estado fueron sacados de su encierro y puestos a “trabajar” desde la semana pasada, aprovechando el voleibol playero.

Aún cuando en dichas unidades fueron adquiridas y mantenidas con recursos públicos, con el objetivo de prestar de formar gratuita los recorridos a instituciones o personas de sectores marginados, la Triste Historia determinó ponerlas al servicio del capitalismo.

Así, el cobro por paseo y persona lo tajaron en 75 pesos, y ese producto no está considerado dentro del Código Financiero del Estado de Tlaxcala para el 2022, y tampoco se elaboraron e hicieron públicos lineamientos para su explotación, como lo establece la norma en su artículo 169. Además, se sospecha evasión fiscal porque los boletos expedidos no cubrieron las características establecidas para dichos comprobantes.

Tan sabían de la irregularidad en la que incurrían, que ordenaron tapar con bolsas negras los logos del gobierno estatal de cada tranvía, para hacerlos parecer como unidades particulares, como las otras que tienen concesionado ese servicio y por lo cual cubren su derecho de piso al gobierno.

No sería raro que el día de mañana también renten los módulos de información turística para vender caguamas, o que la plaza de toros ahora la conviertan en una gran alberca, total ya tienen la arena de mar. Si del Museo de Arte hicieron un antro, y del centro histórico canchas de voleibol, es claro que el resto del patrimonio poco les interesa con tal de hacer negocio, están hambrientos. 

NO PUEDE SER

En eso del antro de azotea del que ya nadie habla, no sabemos qué es peor, la actitud indiferente de las autoridades del INAH, o su complicidad traducida en su admisión de que el gobierno de Lorena Cuéllar violó el permiso que se le concedió para explotar un espacio del inmueble del siglo XIX adjudicado al Museo de Arte, pero protegido por la federación.

El director del INAH, José Vicente de la Rosa Herrera, reveló que el dictamen correspondiente que elaboraron y aprobaron fue en el sentido de autorizar obras para una cafetería, sin embargo, terminó en un lugar de venta de bebidas embriagantes, baile y algunos alimentos que sirven de botana, y con ello justificar aquello del permiso de “restaurante-bar”.

La declaración del funcionario deja una vez más al descubierto la ilegalidad con la que surgió y sigue operando ese lugar que es considerado ya como el “trofeo” de la impunidad y la corrupción del lorenismo.