VOTO ÚTIL
3 de junio - 2021

Por Edgardo Cabrera

Al concluir el periodo de campañas y a horas de que se realice la elección del 6 de junio, se hacen los últimos amarres con líderes y agrupaciones sociales, con políticos, empresarios, en fin, con todos aquellos que representen votos reales.

Un experimentado político, ganador en todas las elecciones a las que se ha metido a competir y que busca mantenerse invicto en este 2021, nos confesó a un grupo de periodistas que también es el tiempo de los oportunistas, aquellos que se acercan a las candidatas y los candidatos para ofrecer lo que no tienen.

Eso sí, exigen por “adela” el pago correspondiente para “darles los votos que los harán ganadores”; ¿cuánto piden?, se le cuestiona.

Por lo menos 200 (mil)”, pero confiesa que la cifra se puede duplicar, “o más”, “según como se deje el candidato”.

La práctica no es nueva, las historias se cuentan por decenas, elección tras elección; los candidatos son rehénes (aunque usted no lo crea), de otros más mentirosos, que les ofrecen miles y miles de votos, pero al final no les dan ni los que sumaría la familia del “negociante”, es más, no tienen seguro ni el del propio mercader.

Pero el personaje en cuestión, realista, admite que en estos momentos ningún líder o dirigente, es más, siquiera un jefe o jefa de familia pueden garantizar que los suyos voten según se ordene.

Y eso exactamente es lo que ocurrirá el 6 de junio, por más encuestas que se publiquen, declinaciones, sumatorias, ofrecimientos o rituales (porque los hacen) que hagan o incurran, al final la decisión dependerá solamente de dos cosas: la capacidad de movilización de las candidatas y los candidatos (sí, el acarreo que tanto niegan todos los partidos, pero que todos hacen), y en este punto entran también los grupos de choque que ya tienen listos, unos y otras. 

En segundo lugar, hablamos de la disposición de la ciudadanía para salir el día de la elección, dejar de lado el abstencionismo y emitir un voto, ya sea razonado o no, aunque en muchas ocasiones ese voto es por enojo, coraje y desesperación, de esos, algunos terminan por convertirse en nulos.

Es este contingente de ciudadanos espontáneos que llegan a las urnas quienes al final podrían revertir tendendencias o triunfos “seguros”, derrocar la movilización, incluso echar mano de eso que denominan los estudiosos como el voto “útil”, es decir, decidir, de entre dos opciones que en el imaginario popular son consideradas finalistas.

ANABELL VS LORENA

La mayoría de las encuestas, tanto las cuchareadas como las reales que tienen los partidos y gobiernos, para la gubernatura solamente hay de dos sopas con posibilidades reales de ganaar: la de la coalición Unidos por Tlaxcala que representa Anabell Ávalos, y la Juntos Haremos Historia con Lorena Cuéllar a la cabeza.

El voto útil, por tanto, significaría no “regalar” el sufragio por nadie más: llamése Eréndira, Viviana, Saga o Evangelina, menos por Liliana quien declinó, pero irónicamente se niega a renunciar a la candidatura que le regaló el PES, por cierto, quien rompió la cuarentena por Covid-19 y salió a un mitin con el riesgo de contagiar a quienes estuvieron cerca de ella.

En constraste, el voto inteligente o razonado, diríamos que sería aquel que no se reduce a solamente dos opciones, por tanto, el ciudadano premiaría a quien mejor propuesta hizo, o que realizó una campaña de altura, respetó la ley y, en tiempos de pandemia, procuró la salud de los demás.

El gran problema, es que finalmente ante el riesgo del abstencionismo y el hartazgo a la clase política al final, ni el voto útil, ni el voto inteligente sirvan de algo, serán esas estructuras y el voto duro que tengan los institutos políticos los que lleven al palacio de gobierno a su nueva inquilina.     

Por lo pronto, aún no hay nada para nadie, con todo y el cierre de campañas, vendrá el periodo de reflexión que será aprovechado para hacer todo lo anterior en busca de los votos que nunca lograron conquistar en los dos meses anteriores.