Por Esteban García

La Coalición “Unidos por Tlaxcala” eligió por unanimidad a Anabell Ávalos Zempoalteca como candidata a la gubernatura del estado.

El PAN, el PRI, el PRD, el PAC y el PS lograron un acuerdo trascendente que, con justa razón, el dirigente estatal del tricolor, Noé Rodríguez Roldán calificó como una oportunidad histórica.

Es un acuerdo trascendente, porque el consenso entre cinco fuerzas políticas no resulta sencillo, y en esta ocasión, al privilegiar las coincidencias sobre las diferencias ideológicas, hacen evidente que los acuerdos y la reconciliación política son posibles.

A diferencia de lo que pasa en Morena, en “Unidos por Tlaxcala” cumplieron un pacto de civilidad, y existe el compromiso de conformar, con el apoyo ciudadano, un gobierno de coalición, que implica la participación de los partidos ganadores en la construcción del gobierno.  

La mega alianza va por todo.

CAOS.

Precisamente, en Morena, aún no pasa el trago amargo del proceso interno.

Aunque no hablan de ello, las críticas por la imposición de Lorena Cuéllar como candidata a la gubernatura obligaron a Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, a salir a su defensa.

Ana Lilia Rivera y Dulce Silva siguen esperando justicia a su reclamo de transparencia y reposición del proceso, ante la falta de condiciones de piso parejo.

La situación realmente es difícil, porque ello advierte que no hay orden ni control en la dirigencia estatal, lo que se observa en los liderazgos regionales del partido, que tratan de sacar provecho de la situación para acaparar las candidaturas.

Es decir, la falsa idea de triunfos asegurados hace que quienes creen tener posibilidades de ganar busquen cumplir sus intereses personales.

En términos de organización, es todo un caos.

DESAPROBACIÓN.

Por cierto, las encuestas revelan que la popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador en Tlaxcala va a la baja.

Una medición de Arias Consultores muestra que 55 de cada 100 tlaxcaltecas califican mal el trabajo del gobierno federal en la entidad.

Por ejemplo, 50.4% considera que su administración lleva mal el combate a la corrupción en México, otro 50.1% que pasa lo mismo con la reactivación económica y la generación de empleos en México.

La diferencia más notoria ocurre a nivel de seguridad pública, donde 69% descalifica sus resultados. Incluso, 76% opina que vivir en México es inseguro.

En medio de la emergencia sanitaria, la falta de resultados federales parece ser más notoria.

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