Caballada Flaca
10 de julio - 2020

Por José Luis Ahuactzin

De cara a la sucesión gubernamental en 2021, los partidos políticos en Tlaxcala presentan una caballada flaca, es decir, no tienen candidatos fuertes o competitivos.

A tal grado que cualquier casa encuestadora otorga entre 30 y 35 por ciento de intención a los electores indecisos, si hoy fuera la elección para gobernador.

Este es un síntoma que los partidos políticos viven una crisis interna como externa, y sus pleitos de grupos y personales contribuyen a la desconfianza.

En el PAN, por ejemplo, el partido político no tiene aspirante que convenza, y los nombres con incidencia son las eternas legisladoras y candidatas a la gubernatura: Adriana Dávila Fernández como Minerva Hernández Ramos; y párale de contar.

El PRI sigue siendo inexistente, controla a su militancia para no evidenciar los pleitos internos, que al final son disputas, pero con disciplina; sin embargo, tiene 3 aspirantes y parece no aprender de sus errores: la presidenta municipal capitalina, el dirigente estatal y el secretario de educación del Poder Ejecutivo. 

En el PRD se mantienen enfrascados en su proceso interno para el reparto de consejos estatales para luego nombrar a su próximo dirigente, pero en realidad ni siquiera figura algún nombre; por ello le apuestan a una alianza. 

En el caso del Nueva Alianza, Movimiento Ciudadano, Verde Ecologista, Partido del Trabajo, Encuentro Social, Alianza Ciudadana, Partido Socialista, solo se sabe de ellos en tiempos electorales o porque les recortaron dinero público.

En el caso del nuevo partido político PISS, por sus siglas, solo se sabe que es un instituto creado por Evangelina Paredes, Bernardino Palacios, sus hijos y afines a grupúsculo.

Y si esto ocurre en los candidatos a gobernador, da terror de pensar que los candidatos a diputados locales, presidentes municipales y de comunidad serán políticos sin cerebro, donde los partidos políticos sólo servirán para colocar a bribones e intocables.

Por ello, el electorado debe despertar, abrir los ojos e identificar al político mentiroso, deshonesto, que solo promete mejorar el desarrollo social en tiempo electoral, porque después no se le vuelve a ver.