Piedrita en el zapato
2 de agosto - 2018

Por Edgardo Cabrera

La senadora Adriana Dávila fue tajante ayer al advertir que las figuras de “súper delegados federales” propuestos por Andrés Manuel López Obrador son un riesgo para la estabilidad de las entidades federativas y sus gobernadores.

En varios espacios de medios de comunicación nacionales la panista fue clara: “si de verdad se quiere adelgazar la burocracia y hacer eficiente el gobierno federales ¿porqué no se propusieron personajes con el adecuado perfil técnico en lugar de políticos?”.

La de Dávila no es la única voz, ni la primera, que advierte de los riesgos de esos futuros virreyes.

La tlaxcalteca puso el dedo en la llaga al cuestionarle al virtual presidente de la República electo que más que estar interesado en “meter orden y austeridad” al gobierno federal su intención es adelantar sucesiones gubernamentales.

Los nombres y casos se multiplican, Tlaxcala es uno de ellos tras el anuncio de AMLO de nombrar a Lorena Cuéllar como la futura súper delegada y con ello mantenerla en su campaña permanente por llegar a la gubernatura, luego de que en 2016 rasguñó el triunfo frente a Marco Mena.

Es claro que la también senadora de Morena y diputada federal electa no tiene el perfil técnico para el gran paquete que se le pondrá en sus manos, o acaso alguien nos podrá decir desde cuándo tiene el grado de abogada o criminalista para atender los requerimientos y eventualidades que se presenten en la PGR o la Policía Federal.

¿Estará empapada y actualizada en medicina para coordinar y dar indicaciones en el sector salud?, o desde cuándo tiene conocimientos en materia de ingeniería y arquitectura para analizar y dar soluciones técnicas en materia de obras públicas, en fin, la lista es larga y evidentemente queda claro lo difícil que una sola persona pueda saber de todo, de ahí la existencia de delegados, que son el símil de secretarios en los gobiernos estatales.

Es por ello que la postura de la también diputada federal electa Adriana Dávila tiene importancia ya que es claro que lo que menos busca Morena y su líder supremo es hacer eficiente la administración pública, sino más bien restarle autoridad y poder a los gobernadores con personajes que claramente buscarán reflectores y manejar la chequera para construir sus propios proyectos.

Por lo pronto todo indica que Adriana Dávila se convertirá en una piedrita en el zapato para López Obrador y sus virreyes ya que desde la Cámara de Diputados se perfila como una voz critica al futuro gobierno.

Fast Track

Parece que el nombramiento del nuevo procurador general de Justicia del estado será un asunto de mero trámite y que a más tardar para la próxima semana quedará finiquitado el pendiente.

La realidad es que los diputados tienen poco que revisarle a la terna enviada por el Ejecutivo estatal ya que, por un lado, cubre todos los requisitos legales y, por el otro, de los perfiles enviados solamente uno goza de un amplio currículo y experiencia.

Al actual subprocurador, José Antonio Aquiahuatl Sánchez, le bastó un poco más de año y medio para conocer las entrañas de la PGJE y poner orden en materia administrativa y de recursos humanos, cierto, se ganó muchos enemigos al interior y exterior, pero también obtuvo aliados y la confianza del gobernador Marco Mena por lo que se perfila como el nuevo abogado de Tlaxcala.

Si bien Nemesio Flores Santander y Betinia Pérez Pluma, los otros dos miembros de la terna, cumplen los requisitos marcados por la ley, gozan de un currículo modesto que bien podría ser considerado para futuras posiciones al interior de la dependencia.

Ahora sólo resta ver si al interior del Congreso no se les bate el engrudo y resuelven a la brevedad el nombramiento, no perdamos de vista que su tiempo se les agota y aún tienen más pendientes que desahogar.