Rockstar
25 de junio - 2018

Por Edgardo Cabrera

Aunque hay quienes tratan de demeritar el movimiento de López Obrador y la simpatía con buena parte de la población, es claro que, a diferencia de campañas anteriores, en ésta el tabasqueño se convirtió en Rockstar.

El sábado en Tlaxcala el candidato presidencial abarrotó el zócalo capitalino y, como siempre ocurre, la lluvia de cifras de los asistentes varió según la óptica de cada grupo, por ejemplo, los AMLOvers estimaron la afluencia en más de 35 mil, en contraste sus adversarios juran que no llegaron más de 5 mil y acarreados en medio centenar de autobuses.

Lo cierto es que a diferencia de lo que le ocurrió en Veracruz, el mismo sábado por la mañana cuando el estadio Luis Pirata Fuente lució desolado, en nuestra entidad el abanderado de Morena se sintió cómodo y contento, tan es así que su discurso se prolongó por casi una hora y antes se dejó apapachar por la muchedumbre.

Nada nuevo

Pero también es cierto que en el mitin del sábado en Tlaxcala no hubo nada nuevo, el discurso y las promesas fueron las mismos, los exabruptos contra la “mafia del poder” son los de siempre, pero al final de cuentas eso no importó para sus seguidores quienes simplemente querían ver de cerca a la estrella del momento y aplaudir sus chistes, ocurrencias, amenazas y promesas.

Quizá lo único novedoso fue escucharlo decir que endurecerá las penas para los delincuentes electorales a quienes prometió mandar a la cárcel (esos no tendrán amnistía como los narcos) y que después del 3 de julio solicitará audiencia con el presidente Peña Nieto para pedirle que sea el ejecutivo electo quien elabore el paquete presupuestal del 2019.

También lo que quedó claro una vez más es que los candidatos a legisladores locales y federales de Morena, así como de sus partidos aliados, son simples marionetas a los cuales tuvo sentados sobre el piso de la tarima escuchando, callados y atentos a su líder quien no les concedió la gracia de pronunciar algunas palabras.

Por cierto que, una vez más, olvidó el nombre de sus candidatos, el acordeón de nueva cuenta le falló por lo que la abandera del distrito II de Tlaxco fue ahora la víctima.

A Tlaxcala la cultura

A colación de la visita de Andrés Manuel López Obrador, el candidato reiteró que de llegar a la Presidencia de la República trasladará a Tlaxcala la Secretaría federal de Cultura.

Claro, el planteamiento arrancó una ovación de los reunidos aunque en los hechos nadie cuestionó cosas tan básicas como: dónde será instalada, cuánto costará construir y equipar oficinas acordes a la dependencia y en qué tiempo lo hará.

Según AMLO la intención es descentralizar las secretarías de estado, sacarlas de la Ciudad de México y ponerlas en distintos estados del país, a Tlaxcala le tocaría la cultura.

Sin embargo tampoco ha dicho qué va a pasar con los miles de trabajadores de dichas dependencias: ¿estarán dispuestos a abandonar familia, amigos y viviendas para migrar a otros estados?, o ¿piensa contratar nuevo personal y despedir a los actuales?

Para nuestro caso, supondríamos que la plantilla del personal que trabaja a nivel central en Cultura, incluido al titular de la dependencia, deberá ser enviado a Tlaxcala donde el gobierno federal tendrá que buscarles y rentarles casa, dotarle de estudios aquí a sus hijos y, en fin, una serie de cosas más que estarían a cargo del erario porque simple y sencillamente ellos no pidieron el cambio.

Es evidente que el planteamiento es una ocurrencia, no tiene pies ni cabeza, ni nadie que se atreva a cuestionarlo.