2018: Parches electorales
4 de septiembre - 2017

Por Edgardo Cabrera

Hoy inicio un serial dedicado a los comicios federales y locales del 2018.

Aquellos que mejor sorteen las constantes reformas al marco legislativo, las pugnas internas en los principales partidos políticos y la alianzas serán quienes al final se lleven la madre de todas las elecciones.

Al momento no hay nada para nadie aunque más de un futurista asegure lo contrario.

Parches electorales

Mientras en nuestro país el sistema electoral no se rediseñe por completo, parece que las alianzas son la mejor opción que tienen los partidos para ganar comicios y darle estabilidad a sus gobiernos.

Aquellos que se sienten profetas de la política, redentores de la democracia o puritanos cubiertos por un manto MONÁRQUICO tarde que temprano terminan por aliarse de manera formal o fáctica.

Lo anterior viene a colación porque el sistema electoral está lleno de “parches” por las reformas dictadas según los grupos en el poder, aunque eso sí, han postergado una exigencia ciudadana para impulsar la segunda vuelta electoral y que lleguen a ésta los dos candidatos que obtengan el mayor número de votos y que por sí solos no hayan alcanzado el 50 por ciento más 1 de los sufragios en una primera ronda.

En eso de las reformas electorales, un día se le ocurrió al legislador federal quitarle a la radio y televisión los espacios de comercialización para los candidatos –supuestamente para poner el piso parejo para todos-, sin embargo el negocio siguió. Ahora es más caro y por debajo del agua.

Otros plantearon retirar la promoción personal de los gobernantes y representantes populares, “ahora pueden hacerlo únicamente en sus informes de labores”.

¿En verdad sirvió de algo?, somos más democráticos o hay mayor equidad con dicho candado??; alguien puede explicar porque nuestro vecino Rafael Moreno Valle pudo promoverse durante toda su gubernatura por medio de supuestas entrevistas publicitadas en anuncios espectaculares, revistas, televisión, en fin.

En la puntada más reciente de cambios a las reglas electorales, se prohibió a los líderes de partidos hacer uso de los espacios gratuitos de televisión y radio otorgados a los institutos políticos al considerar que los utilizan para posicionar su imagen.

La lista sigue, desde cambiarle el nombre al árbitro, de IFE a INE; endurecer las medidas de fiscalización –siempre confusas e inconclusas-; desaparecer organismos estatales y crear unos nuevos; ahora existe la reelección y también candidaturas sin partidos (que no independientes), en fin, son interminables los “parches” y, en lo particular, no se percibe ningún cambio.

Siguen ganando en los comicios quienes cumplen alguno de los siguientes supuestos: aquellos candidatos que compran más votos, los que movilizan a más electores el día de la jornada, quienes pactan con los poderes facticos –incluida la delincuencia-, los que manipulan el sistema electoral, quienes desvían recursos y aquellos que construyen mejores alianzas con partidos y grupos políticos.

Por más crudo que suene, y aunque algunos puritanos se rasguen las vestiduras, la ideología de partidos está rebasada. Quienes hablen de una izquierda, derecha, oficialismo, centro izquierda, izquierda extrema, en fin, simplemente tratan de dorarnos la píldora para justificar su fin último que es ACCEDER AL PODER.

En los hechos no fueron tan distintos los fines políticos de López Obrador en la Ciudad de México que los de Peña Nieto en el Estado de México, ambos recurrieron al uso del aparato de gobierno para ganar simpatías y aspirar a otra posición de poder, el primero no logró la Presidencia de la República y acusó fraude.

En Tlaxcala Sánchez Anaya, Héctor Ortiz y Mariano González hicieron lo que pudieron para mantener a su partido o grupo en el poder, sólo uno lo consiguió, ¿fue por obra y gracia del altísimo?, o por una mejor estrategia que incluyó una alianza mejor cimentada y estructurada.

En el transcurso de la semana seguiré desahogando.