Las Antípodas: De cornada de burro, no vi morir a ninguno
31 de mayo - 2017

“La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas” Albert Camus

Por Juan Manuel Cambrón Soria

Prácticamente desde su fundación, el Partido de la Revolución Democrática ha vivido en cisma permanente; casi siempre después de cada proceso local en las entidades o procesos nacionales se decreta el fin de su existencia.

Desde que milito en el PRD, me ha tocado ver y escuchar que el partido está al borde su extinción en al menos 4 ocasiones (y digo al menos porque el breve recuento seguro será insuficiente). Recuerdo las presidenciales del 2000 y el tercer lugar de Cuauhtémoc Cárdenas, que avizoraba un panorama de descomposición; luego llegó el 2008 con unas elecciones internas altamente cuestionadas, que reflejaron el canibalismo interno de las corrientes de opinión y que provocó una polarización del partido en dos grandes bloques; siguió el 2009 cuando López Obrador comenzó su estrategia secesionista, que arrojó un pésimo resultado del PRD en las intermedias contrayendo su presencia en la Cámara Federal, reduciendo la composición del Grupo Parlamentario a tan sólo 71 Diputados; y me viene a la mente también el 2015 con los crímenes de Ayotzinapa y la crisis provocada por el caso Abarca, que orilló a la dimisión de Carlos Navarrete en la dirigencia nacional y nos metió en una espiral de debilitamiento de la conducción política.

Como podrán ver, los momentos de crisis que el PRD ha vivido son concomitantes a su propia historia.

La más reciente acta de defunción que se redactó del partido (la quinta para completar esta cuenta) comenzó a escribirse a principios de año. Una vez que se canceló la posibilidad de la coalición con el PAN en el Estado de México (coalición que por cierto los propios panistas habían aceptado ya que fuera encabezada por el PRD quien llevaría a Alejandro Encinas como su candidato), los opinólogos nacionales y locales, los analistas políticos y hasta propios dirigentes en charlas de café, comenzaron a esbozar la crónica de la muerte anunciada del PRD.

Los comicios en el Estado de México, se han convertido en la madre de todas las batallas del presente año, producto del peso electoral, político, económico y mediático de la entidad, que atrae los reflectores nacionales y marca el inicio de la carrera por la Presidencia de la República hacia el 2018; haciendo que sea el 4 de junio próximo prácticamente el disparo de salida de los competidores por la máxima magistratura del país.

En este colosal escenario, se proyectó la narrativa de la aniquilación del PRD y su reducción a la mínima expresión rumbo al dieciocho. Factores externos como enfrentar al aparato priista y al mítico grupo Atlacomulco que lleva a Alfredo, el de los apellidos de la aristocracia mexiquense Del Mazo; al panismo que empujó a su otrora candidata a la Presidencia en 2012, Josefina Vázquez Mota cuyo hándicap de arranque era elevado por sus niveles alto de conocimiento; y en el tercer carril Delfina Gómez, cuyo mayor impulso es López Obrador como el eje de rotación de su campaña. A esto agreguemos factores endógenos del perredismo, una elección interna mal lograda que enconó una división en la línea de salida; lo incierto, desconocido y la gran interrogante que significaba el candidato Juan Zepeda; la falta de presencia territorial en el 100% de las secciones electorales de la entidad. Finalmente, un escenario pintarrajeado por las encuestas, que colocaban al PRD disputando un cuarto lugar, y muy lejano, con la candidata independiente.

Hasta yo mismo, ahora que lo escribo y lo leo, quedo estupefacto por el tamaño de la pendiente ascendente, y comprendo las razones de anticipar las fanfarrias mortuorias y pedir al cavador de tumbas un hoyo profundo.

Pero debo reconocer que Juan Zepeda sacó la casta, se convirtió en la revelación del proceso y le ha puesto sal y pimienta a unas campañas de inicio acartonadas; además el partido en el Edomex ha superado las escisiones tormentosas y caminó hacia la unidad necesaria, fortaleciendo al candidato; dando como resultado que hoy, sin lugar a dudas, el PRD se metió en la pelea; y no hablo solo de la elección de gobernador en la entidad vecina, sino que se metió de lleno en la batalla por el 2018.

Quien se atreva a dar por muerto al PRD se equivoca; quien minimice, soslaye o subestime el capital que aportará el partido en las elecciones presidenciales, estará cometiendo un error táctico. Los bonos del partido se revaloraron y sus acciones están al alza; tenemos PRD para rato, y la izquierda progresista con los votos y porcentaje que representen, pueden ser el fiel de la balanza futura y para la construcción de un proyecto de nación ganador, el PRD será un actor político atractivo y de aporte estratégico para el aquelarre electoral del año entrante. Señores abran sus apuestas¡¡¡