Por Gerardo E. Orta Aguilar

Este fin de semana la antiquísima y colonial ciudad de Tlaxcala se convertirá en sede de uno de los tributos a la muerte más grandes de la región.

Las calles del primer cuadro de la ciudad capital se han comenzado a adornar con papeles de colores naranja, morado y negro, para dar la bienvenida a los turistas que presenciarán exposición de ofrendas monumentales, concursos de disfraces y hasta la proyección de una película norteamericana de terror, aquella conocida como ESO, el temible payaso con la cara blanca y cabello rojo.

Las actividades forman parte del Tercer Festival de La Muerte, en el que a través de diversos eventos se aprovecha para recordar a aquellas personas que ya no pertenecen al mundo terrenal.

Cuadras enteras en la ciudad son recorridas por niños ataviados con modernos disfraces en los que se conjuga lo tradicional, lo mexicano y hasta la anglosajona costumbre del Halloween.

Cantando canciones y pronunciando picaras frases alusivas a la muerte, acompañados de sus padres, cientos de niños van en la búsqueda de un dulce o una moneda.

Uno de los escenarios que sin duda causará sensación a los vecinos de la ciudad, es un estacionamiento subterráneo que hará las veces de casa de horror para jóvenes que deseen aventurarse a ser espantados por zombies, personajes del cine de horror y fantasmas.

En Tlaxcala ya es tradición que en los días uno y dos de noviembre, se monten más de 30 ofrendas en el zócalo de la ciudad, en honor a diversos personajes de la cultura popular, desde toreros, escritores, pintores y hasta gobernadores.

La fiesta es colorida, el ambiente huele a incienso, las hojas caídas de los arboles convierten el escenario en zona propicia para recibir a los muertos en su día. En tanto que el pan, el mole, los tamales y el pulque, serán degustados lo mismo por vivos que muertos.